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TURISMO / La brisa y el horizonte

Por GABRIEL FERNÁNDEZ *

Cruzar la Avenida Colón rumbo al mar, atisbar las construcciones conocidas, detectar ese oleaje suave y sentir la brisa del Atlántico, es uno de los placeres singulares que ofrece Mar del Plata. A pocos kilómetros de Buenos Aires –en términos relativos y argentinos- , se encuentra la ciudad turística más importante de la región.

Toda la estructura: casino, restaurantes –el mejor para el pescado, en el Espigón, a precios razonables y con el agua golpeando en derredor-, comercios de todo tipo y color y una hotelería masiva; todo acrecentado hasta niveles sorprendentes por los diez años de desarrollo turístico ininterrumpido que propuso y canalizó el movimiento nacional y popular en el gobierno.

A un año de gestión macrista, los anuncios más numerosos se refieren al vacío: “Alquilo” por aquí y “Alquilo” por allá. Precios en baja –trajimos una portada de La Capital ejemplificativa- y por supuesto, poca gente. A pura pizza y lista para adentrarse dos días nomás en la realización del ansiado veraneo. Cortes de luz, suciedad callejera y playera ante deficiencias administrativas y presupuestarias, y quejas continuas entre los comerciantes locales.

Por ráfagas, el emerger del orgullo zonal tras la victoria amistosa de Aldosivi y la buena presentación de Alvarado, ambos ante Ríver. Poco después, alza en la cantidad de paseantes debido al clásico Boca – Ríver. Y poco más. El clima, conocido, que alterna brillantes y cálidos días soleados con lloviznas y pespuntes de un frío que evoca la temporada invernal.

Cine y teatro. Algunas propuestas, de interés –vale sentarse cómodo y observar Nieve Negra, con Sbaraglia, Darín y Fonzi- y otras carteleras demasiado ligadas al armado sencillo para impactar. Músicos callejeros de todas las edades y los géneros más variados. Bastante rock nacional en los amplificadores de los bares cercanos a la costa. Y esa costumbre marplatense de difuminar las indicaciones cuando el visitante anhela llegar a tal lugar.

La portada en cuestión, palpable en el vivo y directo, señala que “Continúa la caída de ventas aún en plena temporada” y añade que “Los comerciantes la estiman entre el 20 y el 30 por ciento con relación a 2016”. Un día después, más tapas escandalizadas: el gobierno de Mauricio Macri resolvió anular los feriados puente. “La ciudad se une para rechazar la medida”, aclaran, como si fuera necesario.

Uno se sienta frente al océano y mientras permite que el tono salobre lo invada y observa un horizonte que se borronea en el cielo, celeste y celeste, recuerda que la mayoría de los comerciantes marplatenses y de aquellos que tienen vida económica en derredor del turismo, sufragaron por el PRO en su versión más conservadora y antipopular. Después de diez años de crecimiento ininterrumpido de la industria turística en la costa, votaron la propuesta del ajuste.

Ahora, que hay ajuste –nunca compartimos la idea de “engaño” preelectoral, pues los personajes que lideraron las listas amarillas poseen una trayectoria inequívoca- ponen el grito en el cielo. Así como en cada fábrica se siente el descenso de la actividad, en toda esta bellísima ciudad es posible visualizar las secuelas. Allí se palpa la ociosidad de la capacidad instalada.

Claro: van apareciendo los grupos del piberío de las afueras, intentando lograr algo del escaso turismo que queda. Y entonces, elevando un escalón más la zoncera y sin ver más allá de lo que admiten esos lindos sombreros alados para proteger del sol, los comerciantes señalan que hace falta más seguridad en la región. Y todo se sigue desplazando tontamente hacia la caída; justo justo cuando la situación habilitaba el sueño del despegue.

Pero ya se ha dicho: los sueños, se construyen únicamente al despertar.

* Director La Señal Medios / Sindical Federal / Area Periodística Radio Gráfica.

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