Corriente Federal de Trabajadores
Por LEONARDO MARTÍN
Llegó el día, hoy finalmente se votará en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) donde se producirá un primer test, con el descarte de las fuerzas más pequeñas que no llegue el piso de votos, de una elección que en octubre renovará 127 de 257 diputados nacionales y 24 de los 72 senadores nacionales. También está en juego la composición de las legislaturas provinciales y concejos deliberantes.
Pero el significado político es más bastante más profundo que lo que indican los números de bancas a renovar. Está en juego la legitimidad social del experimento oligárquico-financiero que arribó al Gobierno con la victoria presidencial de Mauricio Macri en 2015, la fuerza que puede tomar de cara al futuro para avanzar a fondo con las reformas estructucturales de la economía. También es una elección en que no sólo la sociedad convalidará o no el recorrido del Gobierno en el poco más de año y medio que lleva, también afirmará o configurará liderazgos políticos opositores de cara al futuro.
La Corriente Federal de Trabajadores, desde el aporte de sus cuadros sindicales a las listas, es protagonista en esta elección. Muchos de sus dirigentes son precandidatos como diputados nacionales, provinciales y concejales. Los casos más destacados son los de Vanesa SIley (Sitraju-CABA) y Walter Correa (Curtidores) que ocupan los puestos 4 y 10 respectivamente en las precandidaturas a Diputados Nacionales por Unidad Ciudadana en donde se libra la batalla electoral central: la Provincia de Buenos Aires donde vota casi el 40% del padrón nacional y donde juega la figura de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
En coincidencia con esta fecha trascendental, ayer 12 de agosto se cumplió un año del lanzamiento de la Corriente Federal de Trabajadores con un acto en un Ferro repleto. Como primer balance el crecimiento del espacio ha sido vertiginoso en visibilidad y peso político. Con una postura clara y crítica frente al desastre social que cocina el macrismo, con coherencia, con solidaridad con los compañeros atraviesan situaciones difíciles, con dirigentes honestos, con peleas probadas desde sus gremios y con propuestas, con una mirada de lo que debe ser el proyecto de país. La Corriente Federal ha ganado un lugar de reconocimiento, respetado y que genera esperanza en otros sectores sindicales y políticos.
El reconocimiento a la Corriente Federal va más allá de la representación en las listas de Unidad Ciudadana (UC). Está en tomar la propuesta de una base programática en donde la plataforma de UC coincide en los rasgos centrales de los 26 Puntos presentados un año atrás con la defensa de una redistribución de la riqueza justa, con protección del trabajo nacional y la producción como base imprescindible para un desarrollo genuino de nuestro país.
Otro rasgo destacado es que el movimiento obrero ha recuperado el tercio de representación histórica dentro de las listas del peronismo, discusión sobre el sello al margen, UC representa los mejores valores de esa tradición. Más allá de los casos citados de Siley y Correa también es parte de la lista Hugo Yasky, titular de la CTA de los Trabajadores. Una medida reparadora respecto a decisiones pasadas recientes en donde no cabe duda alguna que fue un proceso que benefició enormemente a los sectores del trabajo, como ninguno desde el período 1945-1955, pero donde también en el último tramo se sintió la falta de una mayor representación de dirigentes del movimiento obrero. De los muchos cuadros de gran capacidad que podía aportar con una mirada desde el sindicalismo para enriquecer el proyecto.
¿QUÉ HAY EN JUEGO EN ESTA ELECCIÓN?
¿Qué hay en juego en esta elección? El oficialismo de mínima busca mantener un piso que no deje averiada seriamente su legitimidad social, de máxima ser la primer fuerza a nivel nacional, aún mejor con un triunfo en Provincia de Buenos Aires. Después de octubre el plan es profundizar su proyecto político con reformas de carácter estructural que traerá mayor inequidad social, endeudamiento externo y distribución de la riqueza a favor de sectores minoritarios.
En primer lugar una reforma laboral para quitar derechos adquiridos a lo largo de la historia por los trabajadores en pos de bajar el costo laboral argentino. El argumento, de reminiscencias noventosas, será que bajando los costos de contratar a un trabajador se disparará la creación de empleo. La historia ha demostrado con eficacia la falsedad de esa premisa.
En segundo lugar una reforma previsional que eleve la edad jubilatoria en mujeres y varones, que quite la posibilidad de jubilación por moratoria y que recorte el valor de jubilaciones y pensiones. En este caso el objetivo es ajustar las cuentas del Estado que permita disponer de recursos para pagar el enorme endeudamiento externo contraído y el que vendrá, para subsidiar a sectores de enorme rentabilidad al que buscarán quitarle impuestos.
En tercer lugar una reforma fiscal, de la que no hay mayores precisiones pero que seguramente planteará que los ricos paguen en menos con el viejo argumento de que ello propiciará inversiones, en donde los recursos para las seguridad social seguramente serán los principales destinatarios de los recortes. También en esa reforma fiscal es posible imaginar que perderán espacios programas sociales y la posibilidad concreta de despidos de trabajadores en el Estado.
¿Una victoria de Unidad Ciudadana en provincia de Buenos Aires alcanzará para detener ese impulso? Queda claro que con una victoria en estas elecciones no será suficiente. Del otro lado están los poderes fácticos locales, del poder financiero internacional, sumado al manejo de los resortes del Gobierno nacional y de los principales distritos como son la Provincia de Buenos Aires y la Capital. Pero también es cierto que el macrismo no ha logrado conquistar una hegemonía social que con una elección negativa puede verse aún más deteriorada. Según las encuestas aproximadamente un 70% de la población rechaza esas políticas. Mañana se verá en la cancha cuan alto es ese número.
Días atrás, en el discurso tras imponerse con más del 90% de los votos en las elecciones de la Asociación Bancaria Sergio Palazzo decía: “Es necesario hacer una buena elección que impida que el gobierno haga una buena elección para que no tenga el número suficiente para imponer estas nefastas reformas que pretenden. Es preciso frenar el plan de Mauricio Macri que busca terminar con los derechos de los trabajadores”.
El “Gringo” Amichetti en diálogo con Sindical Federal advirtió semanas atrás: “no hay que ser ingenuo, pensar que con sólo una elección le vamos a poder torcer el brazo a este proyecto oligárquico”. Allí destacó que más allá del resultado electoral es esencial recuperar la CGT con una posición más confrontativa, defendiendo el trabajo y la producción nacional, con un programa como referencia y como expresa habitualmente la necesidad de armar un frente popular donde confluyan sectores de la política, sindicatos, organizaciones de pequeñas y medianas empresas, estudiantes que permitan un volumen y una fuerza de peso para confrontar.
En esa senda, días atrás en un encuentro de debate sindical en APSEE Horacio Ghilini, en esa senda, afirmó: “No es lo mismo ser oposición que hacer resistencia. La resistencia significa una acción callejera y social, no es parlamentaria. Hay juntar una resistencia parlamentaria con una resistencia social. Eso empodera al pueblo y eso es lo que estamos haciendo”.
Las cartas están en la mesa. Esta noche comenzaremos a respondernos, al menos, algunos de los interrogantes de cara al futuro. La esperanza es que comencemos a ver el principio del fin de un inédito proyecto oligárquico que logró imponerse, a fuerza de marketing y un engaño masivo, por la vía democrática. Hoy puede ser ese primer paso tan esperado.
