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DEMOCRACIA / Dos escenarios

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Por HÉCTOR AMICHETTI*

Cuando la Democracia es verdaderamente democrática el Pueblo suele acompañar masivamente, con sus movilizaciones, las decisiones de quienes gobiernan.

El mejor ejemplo fue Juan Perón plebiscitando periódicamente sus políticas con la Plaza de Mayo desbordante de entusiasmo.

La democracia se vuelve frágil cuando un Presidente y sus ministros necesitan presionar a los Gobernadores amenazando restarle fondos y quebrar sus provincias si los diputados procedentes de esos territorios no votan una ley que va en contra de los intereses de los más humildes entre los humildes de la Patria.

El pueblo gana las calles para expresar su bronca y el gobierno republicano se vuelve autoritario.

Al final, entre los pocos que terminan defendiendo las leyes que el gobierno pretende que se sancionen están los gendarmes y policías y ni siquiera lo hacen por convicción, sino por obediencia debida.

Mañana se discute en el Congreso una ley que es rechazada por todas las Organizaciones Libres del Pueblo. Sindicatos de todas las centrales obreras y en todo el país, organizaciones sociales de la economía popular y del cooperativismo, Federaciones de Jubilados y Pensionados, agrupaciones estudiantiles, de profesionales, de productores y comerciantes, entidades representativas de las pequeñas y medianas empresas nacionales… Todos repudian el proyecto de reforma previsional.

La Iglesia ha sacado documentos en contra y la CGT convocó a un Paro General.

Los editorialistas de la «gran» prensa corporativa y oficialista alertan hoy desde sus editoriales en los diarios sobre un «clima destituyente».

«En los próximos días se jugarán el destino de esas leyes y la suerte institucional del país» escribe Morales Solá en La Nación.

Quienes protestan con vehemencia en las calles y dentro del Parlamento en contra de las leyes de ajuste «están muy cerca de pisar fuera de la frontera de la democracia», dice Julio Blanck en Clarín.

Razonable, viniendo de ellos. Para la oligarquía -demasiado acostumbrada a imponer su proyecto mediante tiranías y proscripciones- la «democracia liberal», en el concepto moderno comienza y debe terminar una vez que el ciudadano ha depositado su voto en la urna, de allí en más sólo es aceptada la expresión de los individuos aislados y haciendo mérito, eso sí, desorganizados, dessindicalizados, desideologizados, despolitizados y si es posible: desinteresados.

Lo contrario es desestabilizador y subversivo.

No tiene razón de ser, pues el protagonismo ya fue delegado el día de las elecciones.

Mañana habrá dos escenarios.

Afuera las calles, las plazas y el pueblo.

Adentro del Palacio los legisladores, decidiendo a qué mandato responden, resolviendo si lo que sigue es o no Democracia.
* Secretario General Federación Gráfia Bonaerense / Corriente Federal de Trabajadores.

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