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MOVIMIENTO OBRERO / Perspectivas para el 2018

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Por LEONARDO MARTÍN

Lo anticipamos desde el comienzo, 2018 no será un año sencillo para el movimiento obrero. Será un año de una fuerte disputa política, que lo tendrá a la defensiva para no perder derechos obtenidos a lo largo de décadas y donde, inevitablemente, habrá un reacomodamiento en las filas de la organización madre: la CGT. El escenario prefigura un Gobierno propiciando un avance sobre los derechos laborales con una reforma integral en el Congreso y buscando modificar los convenios colectivos. Negociaciones paritarias a la baja en un contexto inflacionario donde el Gobierno acaba de admitir que será más alta de lo esperado, cláusulas gatillo por los acuerdos 2017 que se buscarán escamotear, más ajustes y despidos en el Estado en un contexto de persecución judicial a los dirigentes díscolos y con una economía con un profundo desaguisado a nivel macro. Nada de que preocuparse.

Vayamos por partes. El tórrido diciembre que hemos atravesado, entre otras cosas, ha dejado al triunvirato de la CGT en la posición de mayor debilidad desde su conformación en agosto de 2016. Sin legitimidad, sin un rumbo claro,  ha entrado en la fase terminal. Las críticas le llueven desde diferentes espacios con una coincidencia en que el experimento de una conducción tripartita no ha colmado las expectativas ni tiene la fortaleza y una posición firme para afrontar lo que se se viene.

El fantasma de la división en CGT está presente, a grandes rasgos coexisten un sector dialoguista, más cercano a la política del control de daños y por otro lado un espacio que se va ampliando cada vez más que plantea una política más confrontativa. En esa ala más combativa milita la Corriente Federal de Trabajadores, ahora con una interesante ampliación en la Multisectorial Federal. Hay por allí, también, un conjunto de pequeños gremios oficialistas nucleados en las 62 Organizaciones más vacía de la historia que han perdido con el “Momo” Venegas a su líder espiritual, pero es una representación muy pequeña y cada vez más aislada.

Hasta ahora, la divergencia de criterios no ha hecho implosionar a la CGT. Ha habido un esfuerzo de conservar la institucionalidad y de preservar esa potente herramienta política pese a las diferentes visiones. Las discusiones estructurales que se vienen con la reforma laboral  y los cambios en los convenios colectivos de trabajo tensarán esas relaciones y dejarán expuestas las posturas y las diferencias.

En el reacomodamiento institucional, espacios como la Corriente Federal de Trabajadores, reclaman la continuidad del último Comité Central Confederal para definir las líneas de acción de cara al futuro. Allí hay dos debates centrales por dar. En primer lugar cuál será la forma de conducción ante un triunvirato deslegitimado y que genera una bajísima expectativa, pero sobre todo la discusión es cuál será la postura de la CGT. Sobre que bases, diagnósticos y objetivos se va a plantear frente a un Gobierno que pauperiza al trabajo e intenta desarticular a las organizaciones sindicales. Básicamente sobre la inevitable necesidad de contar con un programa para sustentar y direccionar la lucha política.

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Febrero será un mes clave para visualizar el panorama. El jefe de Gabinete Marcos Peña anunció que en ese mes buscarán sancionar la reforma laboral. Los intentos flexibilizatorios dejarán al descubierto las diferencias en un tema central, estructural. Habrá que esperar esa resolución en un contexto donde hoy el triunvirato y parte del Consejo Directivo lejos están de poder arrogarse la representación del conjunto del movimiento obrero más allá de los cargos que se puedan ostentar. Miguel Angel Pichetto, hombre clave en el Senado, jefe de una bancada importante de senadores peronistas y parte de la  “oposición responsable y democrática”, lo ha interpretado de esa manera en diciembre pasado y vuelve a plantear dudas de cara a febrero. Semanas atrás pidió una postura unificada de la CGT además de reclamar que sus dirigentes vayan a poner el cuerpo para defender los cambios que avalan. La primera es imposible, para la segunda ningún dirigente quiere pagar el costo político de defender una ley regresiva y antipopular. La presión, lease apriete, que pueda realizar el Poder Ejecutivo sobre legisladores y dirigentes será una de las claves a atender. Los hechos de diciembre, con una conflictividad en alza también pueden influir al avalar este tipo de decisiones.

LA MODIFICACIÓN DE LOS CONVENIOS COLECTIVOS

La modificación de los convenios colectivos de trabajo es el complemento con que el Gobierno busca reforzar su reforma laboral. Propiciará ese escenario en las negociaciones paritarias venideras, con mayor profundidad en aquellos sectores más deteriorados por la política económica.

Con el argumento de que los convenios colectivos están atrasados, que son “del siglo pasado”, buscará flexibilizarlos para ganar en “competitividad”. Los cambios en el convenio de los trabajadores petroleros en Vaca Muerta es el norte a seguir plantean los funcionarios. Un caso emblemático reciente es el de los trabajadores de televisión (SATSAID) donde las cámaras patronales querían atar el acuerdo paritario a modificaciones en el convenio colectivo en una disputa que se estiró por semanas. La lógica será esa, el Ministerio de Trabajo actuará como árbitro localista a favor del sector empresarial. La fortaleza de cada sector y gremio, la convicción de cada dirigencia será crucial al momento del debate.

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LAS PARITARIAS

La primer negociación paritaria importante en el año es la de los trabajadores bancarios y no ha comenzado de la mejor manera. En el sector que mayor rentabilidad ha acumulado en el período  macrista como es financiero, la oferta salarial es de un magro 9%, cuando las expectivas de inflación, asumidas por los mismos funcionarios del Gobierno es de 15%, pauta que se especula incluso una mayoría de economistas considera que será mayor. La negociación docente es el otro parámetro inmediato donde los números que circulan como oferta en la provincia de Buenos Aires se acercan al 10 %.

2018 será un nuevo año donde el Gobierno buscará que la pauta salarial pierda terreno respecto a la inflación que permita disminuir lo que denominan “el costo laboral argentino”. Desde la perspectiva sindical cualquier oferta por debajo del 15 % parece irremediablemente destinada a perder poder adquisitivo. En este escenario el horizonte planteado por el Gobierno pareciera ser similar al del 2016 donde la pérdida de poder adquisitivo fue del 8% promedio.  

LA PERSECUCIÓN JUDICIAL

Una de las herramientas que viene utilizando el Gobierno cada vez con mayor intensidad ha sido la persecución judicial como modo de allanarse caminos o de disciplinamiento. El Poder Judicial hoy es permeable a los intereses del Poder Ejecutivo con varios hechos a la vista. Lo más escandalosos en el ámbito sindical han sido la intervención del Sivendia, gremio que lidera Omar Plaini, causa que no prosperó, la demora en normalizar el SOMU tras la detención del “Caballo” Suárez, las detenciones de la cúpula del sindicato de los trabajadores del Ingenio La Esperanza en San Pedro, Jujuy y amenazas varias de intervención.

Quedan las dudas sobre los repentinos movimientos judiciales en Independiente donde la familia Moyano tiene las riendas ocupando Hugo la presidencia, Pablo la Vicepresidencia 1°. Al subir el tono crítico sobre la políticas del Gobierno súbitamente emergieron causas que afectan a referentes de la Comisión Directiva del club. Casualmente (o no) la investigación apunta sólo a Independiente cuando el fenómeno de connivencia entre barras y dirigentes es bien amplio, ni que hablar en los clubes muy cercanos al Poder Ejecutivo.

DESPIDOS EN EL ESTADO

Si diciembre fue caliente, enero va a ir a la zaga en los despidos en el diferentes reparticiones dependientes del Estado nacional. Se han multiplicado siendo los más visibles en Fabricaciones Militares, Enacom, TDA, Ministerio de Defensa, entre otros. Para las próximas semanas se espera que se intensifiquen.

Bajar el déficit fiscal mientras se le bajan impuestos a los sectores más ricos, retirar programas de políticas públicas para simplemente dejar un lugar vacío o propiciar un negocio privado es el rumbo hacia el que marcha el Gobierno. En un reciente informe el FMI volvió a pedir un ajuste para dar “previsibilidad” en pos de la sustentabilidad. Como ya ha ocurrido en tiempos no tan lejanos diseña y acomoda un Estado que pueda asumir el repago del voluminoso endeudamiento externo que viene tomando.

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MULTISECTORIAL FEDERAL

En medio de este panorama la Multisectorial Federal es uno de los espacios que mayor expectativa generan y desde donde puede salir un potente respuesta hacia las políticas del Gobierno. Lo que ha sucedido con la reforma previsional es una muestra. La primer convocatoria pública en rechazo a esas reforma fue en el acto organizado por este espacio el 29 de noviembre frente al Congreso. La mecha de las fuertes protestas de diciembre se encendió allí.

En la Multisectorial Federal confluyen la Corriente Federal de Trabajadores, el moyanismo, CTA de los Trabajadores, un sector de CTA Autónoma, organizaciones sociales, de cooperativas y pymes. También hubo unidad en la acción con organizaciones de la economía popular. Es un espacio abierto que seguramente tendrá mayores adhesiones en el futuro y que dará mayor volumen político para resistir las políticas regresivas que despliega el Gobierno. También para incidir en la interna dentro de la CGT en un escenario donde se presagian cambios.

El tiempo dirá, la pelota está rodando. El partido que se viene es de los chivos, complicados, con un rival envalentonado que tiene de su lado gran parte del poder judicial, a los medios masivos de comunicación para lograr sus objetivos. Sin embargo, ni aún así va a poder ocultar el impacto social negativo, el empobrecimiento, la pérdida de empleos y la creciente marginalización. La representación política del campo nacional hoy navega aún las aguas de la división más allá de algún signo alentador. En ese camino de reconstrucción de una opción alternativa al modelo macrista el sindicalismo hoy juega un papel esencial porque por organización y volumen es el que puede detener las políticas del macrismo. Resistir, trabajar por la unidad, son objetivos primordiales mientras se genera una alternativa política superadora a este modelo para muy pocos que quiere imponer hoy este Gobierno a tono con los procesos más nefastos de la historia. El desafío no es menor, pero es imprescindible marchar en ese camino.

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