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El poder…

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Por HÉCTOR AMICHETTI  (Federación Gráfica Bonaerense – Corriente Federal de Trabajadores)

«No me acusan, me insultan; no me combaten, difaman de mí; y no me dan el derecho a defenderme. Necesitan apagar mi voz e impedir mi acción, para que no continúe defendiendo como siempre defendí, al pueblo, principalmente a los humildes».

Así se expresaba el presidente brasileño Getulio Vargas en una carta escrita minutos antes de suicidarse.

Fue en agosto de 1954´y la oligarquía festejó su muerte por entender que con él se iban las ideas «populistas», el pensamiento nacionalista, la molesta intervención estatal que redistribuye justamente la riqueza.

Joao Goulart formó parte del gabinete de Vargas como Ministro de Trabajo. En 1961 se convirtió en Presidente de la Nación profundizando una política de orientación popular y soberana.

Los militares lo derrocaron en el ’64. Marchó al exilio en Uruguay y como la dictadura brasileña lo consideraba una amenaza para el régimen, fue vigilado por la inteligencia uruguaya durante varios años.

Cuando la resistencia peronista abrió paso a la recuperación de un gobierno democrático y popular en Argentina y Juan Perón pudo retornar a su Patria, Goulart fue invitado a residir en nuestro país.

En marzo del ’76 la oligarquía argentina recurrió a los militares para derrocar al gobierno peronista, nueve meses después Goulart fue asesinado en la provincia de Corrientes en el marco de la Operación Condor. Oficialmente se informó que había muerto a causa de un infarto.

La composición y los métodos de la oligarquía no son hoy los mismos que en aquellos tiempos, ya no necesita de golpes militares para desplazar a los gobernantes populares.

Utiliza su manejo del poder económico y el control de los grandes medios de comunicación para desestabilizarlos cuando estos gobiernan.

Instrumenta el Poder Judicial cuando necesita sacarlos del medio, cuando amenazan con volver porque el pueblo los respalda.

Perón fue una amenaza para lo oligarquía y lo proscribieron durante años, a Vargas lo empujaron al suicidio, a Goulart lo asesinaron.

¿Puede la oligarquía brasileña tolerar que un obrero metalúrgico vuelva a ser Presidente del Brasil?

¿Puede la oligarquía argentina aceptar que un auténtico peronista vuelva a gobernar en Argentina?

La democracia es hoy una formalidad.

Ayer, hoy y siempre, lo que se disputa es el poder.

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