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“Ongaro fue pionero en aliarse a las mujeres en el sindicalismo”

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Este año se cumplen 50 años de la creación de la CGT de los Argentinos fundada por Raimundo Ongaro: una experiencia única en materia sindical, política, cultural y social. LATFEM reunió a cuatro mujeres que conocieron al líder sindical y militaron con él. Reflexiones, debates y desafíos. (Fuente latfem.org)

Por TALI GOLDMAN

Muchas veces una pasa distraíada por el microcentro porteño: la vorágine cotidiana impide detenerse en los lugares que marcaron el curso y la historia de muchas batallas populares. En Paseo Colón al 700, casi en la intersección con Avenida Independencia, un edificio de diez pisos fue hace cincuenta años el epicentro de un espacio político-sindical-social-cultural-periodístico denominado “CGT de los Argentinos”, encabezado por el dirigente sindical gráfico Raimundo Ongaro y que marcó a fuego la historia política argentina.
Hoy ese edificio sigue siendo la sede de la Federación Gráfica Bonaerese (FGB) que encabeza Héctor el “Gringo” Amichetti, discípulo de Ongaro, quien supo convocar a Rodolfo Walsh para encabezar el emblemático periódico que combinó excelencia periodística con las demandas populares. Sin embargo, hay algo que pocos conocen, y es que la CGT de los Argentinos fue también un espacio excepcional para muchas mujeres que a la par de los hombres militaron y se convirtieron en grandes sindicalistas pero a las que por supuesto, la historia invisibilizó.

LATFEM reunió a cuatro dirigentes gremiales de la FGB, dos de las cuales integran actualmente la comisión directiva. Todas conocieron a Ongaro y consideran que él logró romper—por un ratito—el machismo imperante en el mundo sindical.

LAS CHICAS DE ONGARO

Chavela es una de las mujeres más populares dentro del mundo de los gráficos. Se llama Isabel Molina pero nadie lo sabe. Para todos es Chavela y es una institución. Con 20 años llegó a la sede de Paseo Colón porque su compañero—que continúa desaparecido—era dirigente de la Juventud Trabajadora Peronista. Hoy tiene 73 años y sigue yendo a todos lados con un pin abrochado en la camisa con la cara de Evita y la inscripción de la Federación Gráfica Bonaerense.

Yo participaba de las movilizaciones, de las tomas de talleres, hacíamos todo. En este sindicato se reunía todo el mundo que necesitaba un lugar«. Raimundo le daba muchísima participación a las mujeres y tenía a cuatro de su mayor confianza: Enriqueta Castro, Margarita González, Alicia Fondevilla y Haydée Sabastano. Todas cumplían un rol muy importante dentro de la conducción del sindicato. Ellas se encargaban mucho del sindicato cuando Raimundo viajaba por el país. Incluso en los talleres había muchas mujeres delegadas y participaban mucho. La CGT de los Argentinos era algo tan grande y tan inmenso. Fue una alternativa muy importante para el gremialismos argentino, marcó una etapa muy importante que no se volvió a repetir. No solo por la unidad y por la lucha: de ahí salieron el Cordobazo y el Rosariazo. Raymundo era el organizador, la cabeza y nos marcaba la dignidad de ser militantes honestos. Lo que hacíamos era escucharlo, nos organizaba, nos marcaba una línea. Cualquier cosa que dijera Raimundo era santa palabra y nos marcó para toda la vida. En este edificio de 10 pisos no había lugar. A veces nos teníamos que ir al bar de abajo. Estaban todos los pisos ocupados. Era actividad constante. No había ni sábado domingo, noche ni día”.

Del 28 al 30 de marzo de 1968 surgió la CGTA como una respuesta combativa a las “conducciones burocratizadas” del sindicalismo peronista nucleadas en las 62 Organizaciones con la hegeomonía de la UOM y su secretario general, Augusto Timoteo Vandor. El famoso programa del 1 de mayo de la CGT de los Argentinos fue redactado nada más y nada menos que por Rodolfo Walsh y marcó a fuego una forma de pensar los vínculos entre sindicalismo, justicia social, resistencia, burocracia y reformismo.

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La sede del gremio de los gráficos nucleó a varios cuadros sindicales y políticos que habían enfrentado al nuevo régimen militar encabezado por Onganía, como los sindicalistas Lorenzo Pepe o Jorge Di Pascuale o dirigentes de la talla de Gustavo Rearte, Raimundo Villaflor y Envar El Kadri.

Y fue a través de la relación de Ongaro con Tosco en Córdoba cómo la CGTA fue la que propició y articuló el Cordobazo entre el 28 y 30 de mayo de 1969.

Amelia Koziar tiene 68 años y como a Chavela, todo el mundo la conoce. Actualmente tiene un rol fundamental dentro del gremio: es la asadora oficial. Sus delicias a la parrilla son comentadas no sólo por los gráficos sino por el resto de los dirigentes de la Corriente Federal de Trabajadores y de Mujeres Sindicalistas que suelen usar la sede de Paseo Colón como centro de reuniones. Amelia tiene poderes que encantan a todos y todas en materia gastronómica, pero también colabora activamente con el espacio de jubiladxs del que ella también es parte. Amelia también empezó de muy chica trabajando en una empresa gráfica y conoció a Raimundo a finales de los sesenta.

Yo no me animaba a ser delegada, pero apenas conocí a Ongaro me asombré cuando lo escuché hablar. Él hablaba y vos quedabas absorto. No podías creer que una persona hablara de la manera que hablaba él. Ahí empecé a tomar conciencia de que había que tomar las riendas dentro del taller y también como mujer, porque en ese momento no había delegadas mujeres en mi taller. Empecé a ir y venir al sindicato, encontré muy buenos compañeros y me hice delegada de taller. Me empezaron a respetar porque me impuse. Las mujeres también teníamos necesidades propias. Teníamos incluso menos derechos que los varones. No teníamos descanso, no podíamos amamantar en el taller. No te respetaban y tenías que rotar incluso teniendo chicos. Como delegada empecé a movilizar mi taller. Raimundo para mí siempre tenía una palabra de aliento, siempre me decía que tenía que ir para adelante. Hubo un momento en que yo quería irme y él me convenció de quedarme a militar”.

Es a partir de ese nuevo estadio de la conciencia de clase de los trabajadores peronistas desde donde el programa propone, caminos de unidad de acción para los empresarios nacionales, pequeños y medianos empresarios, profesionales, estudiantes, intelectuales, artistas y religiosos”, reflexiona el periodista Carlos Eichelbaum, en un artículo publicado en (www.cgtargentinos.org) una página realizada por un histórico militante de gráficos—aún continúa trabajando—Eduardo Pérez, que digitalizó los 55 números del magnífico periódico que comandó Walsh y en la que también participaron Horacio Verbitsky y Rogelio García Lupo. El diario llegó a tirar más de un millón de ejemplares y sirvió como plataforma para la investigación que se denominó “Quién mató a Rosendo” en donde el periodista de Operación Masacre desnudó el asesinato de un dirigente metalúrgico de Avellaneda.

Viviana Aguirre conoce a Raimundo desde los 5 años. Su padre era gráfico y trabajaba codo a codo con él.

De chica Raimundo era mi tío postizo. Y así con todos. Acá en el gremio somos una gran familia. De hecho, cuando en la dictadura intervinieron el sindicato y no nos dejaban llamarnos Federación Gráfica Bonaerense, Raimundo internamente llamaba Familia Gráfica Bonaerense para respetar las siglas. Raimundo era un gran hombre, un gran líder y estadista, un gran político sindical. Pero sobre todo era un gran ser humano”.

Amelia llegó al gremio como empleada de planta en la parte de la tesorería cuando Ongaro volvió del exilio. Así relataba sus vivencias el propio Ongaro: “La causa de un exilio es importante y lo es sobre todo en mi caso. Estuve catorce veces preso en la Argentina, fui secuestrado en una ocasión, mi hogar fue allanado muchas veces. Mi mujer perdió alguno de los hijos por intromisiones en mi casa (su hijo Alfredo fue asesinado por la Triple A) a altas horas de la madrugada”.

Al regreso no dudó y volvió a su casa, la de la calle Paseo Colón. Una vez que ganó las elecciones Raimundo le ofreció a Viviana ser la Pro Tesorera. “Yo le agradecí muchísimo pero le dije que no. Era muy difícil y en ese momento yo era la única mujer. El resto de los varones no me la hacía fácil. Pero él me dijo que de ninguna manera aceptaba eso, así que durante tres períodos consecutivos fui la única mujer dentro de la comisión directiva. No fue para nada fácil. Y pese a que yo tenía el respaldo de Raimundo y del tesorero, me deslegitimaban y no me escuchaban”.

Para su sorpresa y alianza, muchos años después llegó Viviana Benítez, una mujer muy humilde, que trabajaba desde los 12 años como empleada doméstica, que a los 15 fue mamá y que por esas casualidades del destino llegó a finales de los años noventa a una imprenta gráfica acompañando a su hermana que había visto el aviso en el diario. Se quedaron trabajando las dos. Viviana había terminado a duras penas la primaria y estaba dispuesta a trabajar como sea para darle de comer a su hija. Pero empezó a darse cuenta que no sólo no le pagaban como correspondía sino que en su fábrica se estaban vulnerando derechos. Sin saber qué era un sindicato, también por ese instinto de supervivencia llegó al edificio de Paseo Colón. No se volvió a ir. Fue delegada de su fábrica y actualmente es Secretaria de Asistencia Social del gremio y es además, una de las mujeres más activas en el espacio de Mujeres Sindicalistas de la Corriente Federal de los Trabajadores. Junto a sus compañeras, fue clave en el armado de la unidad sindical en el último Paro Internacional feminista del 8 de marzo.

Yo ya tenía un camino allanado con la otra Vivi, ella fue muy importante en esto. Pero igualmente nos cuesta como mujeres mucho más que a los varones. Seguimos siendo minoría y hoy en día no hay mujeres delegadas, o si las hay, no participan casi nada. Hoy en día la tecnología quitó mucho del trabajo que hacíamos las mujeres dentro de los talleres, por lo tanto hay menos mujeres y además es menor el compromiso”. Viviana se desvive por el trabajo sindical. Llega temprano a la sede de la Obra Social, hace una primera recorrida, alrededor del mediodía va a la sede de Paseo Colón y a eso de las 18 vuelve a dar la recorrida final en la otra sede. Así todos los días.

Chavela, Amelia, y ambas Vivianas coindicen en que la tarea de las mujeres dentro del sindicalismo no es fácil, pero no dudan en destacar que Ongaro marcó un camino.

—¿Les gustaría que algún día la FGB sea conducida por una mujer?

Las cuatro gritan al unísono que sí. Que claro. Que el camino es largo pero que por esa senda van.

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