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ILDA BUSTOS / La hija del Cordobazo

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La palabra puente entre el Cordobazo y la Intersindical de Mujeres es «unidad». Tali Goldman entrevistó a Ilda Bustos, la secretaria general del Sindicato de Obreros Gráficos de Córdoba, quien dio una clave: «La gran lección de Tosco, López y Torres es tener la claridad de convocar al movimiento obrero para derrotar un proyecto reaccionario».

Por TALI GOLDMAN

Algunas efemérides iluminan el presente e incluso pueden explicarlo con una actualidad renovada, que asusta. Es el caso del “Cordobazo”, del que el 29 de mayo se cumplen 49 años, casi medio siglo de aquella insurrección organizada por las centrales obreras contra la dictadura de Juan Carlos Onganía. La historia es conocida, se estudia en los manuales de historia porque fue el gran jaque mate al régimen que se había inaugurado con la Noche de los Bastones Largos y fue también el inicio de una etapa de movilizaciones populares que culminaron en lo que después fue la dictadura más sangrienta de la Argentina.

Como suele pasar, esos episodios están escritos y son recordados desde una perspectiva en donde los grandes protagonistas fueron varones: Agustín Tosco, Atilio López, Elpidio Torres y Raimundo Ongaro. Fuera de la foto de quienes dirigían los sindicatos y las centrales obreras en mayo de 1966, hubo mujeres protagonistas. No sólo hubo, sino que hoy hay mujeres en lugares de poder que también cuentan y reivindican esa gesta.

Ilda Bustos tiene 58 años y es la secretaria general de la Unión Obrera Gráfica Cordobesa, integrante de la CGT provincial y parte del espacio Mujeres Sindicalistas de la Corriente Federal de los Trabajadores. Estos son días muy agitados para ella, no sólo por el peso simbólico de la fecha y los actos que harán en la provincia, sino porque los sindicatos hoy, con los tiempos que corren, son un espacio de lucha y contención. “El 29 vamos a hacer un acto por el Cordobazo con todas las centrales sindicales de la provincia y también van a participar organizaciones sociales como la CTEP, porque lo que tenemos que mostrar hoy fundamentalmente es la unidad, la misma que sirvió para llevar aquella revuelta en el 69”, dice Ilda, sin dudarlo.

Aunque ella era chica, aún recuerda esas jornadas porque en su casa no se hablaba de otra cosa. “Yo vivía en Colonia Caroya, a 50 kilómetros de Córdoba hacia el norte y recuerdo que a mi papá que era camionero le había tocado atravesar la cuidad ese día y volvió muy conmocionado por lo que pasaba. Él era peronista. Mis recuerdos son de una provincia marcada por hechos de mucha relevancia lo que hizo que yo, apenas ingresé a la secundaria, empezara a militar en la UES”.

Desde 1968, la CGT a nivel nacional estaba dividida. Por un lado, Azopardo, liderada por el metalúrgico Augusto Timoteo Vandor y por el otro, la de los Argentinos, comandada por el gráfico Raimundo Ongaro; división que tenía su réplica a nivel local. Sin embargo, en la provincia que era el epicentro de la industria automotriz y metal mecánica,  a la que el régimen de Onganía venía quitándole derechos, la CGT se unificó para impedir que se siguieran vulnerando derechos protagonizando una de las revueltas sindicales y populares más emblemáticas de la historia nacional.

Aquella escena nos obliga a pensar la unidad y su significado. El Cordobazo sigue trazando preguntas al presente desde aquel movimiento obrero cordobés, que pueden ser la clave para enfrentar lo que hoy la clase trabajadora tiene enfrente.

La enseñanza más profunda que nos deja el Cordobazo -dice Ilda- es que la unidad es imprescindible por encima de todo interés. La gran lección de Tosco, López y Torres, que venían de espacios distintos, es tener la claridad de convocar al movimiento obrero para derrotar un proyecto reaccionario. Muchos quieren decirnos que el Cordobazo fue espontáneo, pero esto no fue así. La jornada de lucha se produce con una CGT que venía acumulando fuerza, había un trabajo muy grande y muy profundo. Tenemos que volver a reeditar esa unidad sindical”.

Si bien Ilda no fue protagonista directa de esta historia, la relevancia del Cordobazo la llevó a militar en la década del 70. Como muchas y muchos integrantes de la UES, fue detenida y torturada en La Ribera, uno de los centros clandestinos más emblemáticos de la provincia. Cuando fue liberada, buscó refugio en Mendoza, pero volvió a Córdoba una vez que la dictadura llegaba a su fin. Empezó a trabajar en una editorial como mecanógrafa. Allí se afilió al sindicato gráfico y empezó una maratónica carrera sindical que la llevó en 2003 al lugar más importante. “No sé si fue porque tenía una historia de militancia o porque empecé de muy abajo, pero nunca se me cuestionó el lugar por ser mujer. Pero por supuesto que a nosotras nos cuesta el doble y en mi sindicato estoy segura de que hay otras compañeras mujeres militando y que ocupan lugares en la Comisión Directiva porque yo soy mujer”.

Hace un año se lanzó la Intersindical de Mujeres, un espacio clave que nuclea a mujeres sindicalistas de distintas corrientes. Para Ilda “es uno de los hechos sindicales más importantes en Córdoba, porque le permitió a muchas compañeras expresarse públicamente en sus organizaciones y se han convertido en referentes de sus sindicatos gracias a esta intersindical”. Como en las viejas fotos, siguen peleando por derechos laborales pero también por tener un lugar visible. Casi como si dijeran “afuera del marco no volvemos más”.

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