Corriente Federal de Trabajadores
El uso de la capacidad instalada en la industria manufacturera se ubicó en enero en apenas un 56,2 por ciento. El indicador tiene dimensiones dramática, humanas y estructurales, pues implica que la producción industrial podría atenderse con la mitad de las plantas, máquinas y personal actuales. Es el peor porcenaje en una década. Lo publicó el Indec en su página web.
En enero, los niveles más bajos se observaron en el automotor, textil, metalmecánica y caucho y plástico. La caída profunda del poder adquisitivo lleva a que las empresas fabriquen menos. Así, se concentran en liquidar los stocks acumulados.
Lo único «democrático» del dato es que afecta a todos: microemprendimientos y pequeñas, medianas y grandes empresas; redunda en la política de despidos y suspensiones masivas de personal que se anuncian a diario y, en los rubros más comprometidos, quiebra y cierre de empresas.
El modelo económico de Cambiemos golpea a la industria nacional no como desborde indeseado sino como objetivo. La inflación deprime el poder adquisitivo de los trabajadores y de toda la población en general, con el consiguiente impacto negativo en el consumo.
A su lado, las altas tasas de interés incentivan la especulación financiera en detrimento de la actividad productiva, y encarecen los préstamos para capital de trabajo y para cambiar cheques.
Asimismo, el Gobierno liberó restricciones para importar, lo cual redujo aún más el mercado interno disponible para la industria local, y la política tarifaria elevó costos fijos.
El piso lo señala una franja líder pocos años atrás: El sector automotor registró un grado de utilización de la capacidad instalada del 15,7 por ciento, lo cual incrementó las suspensiones generalizadas. Le sigue el textil, con una utilización del 31,4 por ciento.
Una tragedia inducida, previsible. Histórica.
Gabriel Fernández
