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Organización para la liberación

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Por HÉCTOR AMICHETTI*

El 12 de febrero de 1970 Juan Perón escribe en Madrid una carta a Raimundo Ongaro en la que -entre otras cosas- le dice:

«...Tiene usted razón: son muchos y poderosos los enemigos con los cuales hay que luchar, pero no tienen razón y se empeñan en la ignominia, nosotros tal vez seamos pocos y sin medios, pero tenemos la razón y luchamos por una causa justa en la que todo el pueblo nos acompaña. El tiempo trabaja para nosotros, sólo resta que también nosotros ayudemos un poco al tiempo. La decisión que veo en sus palabras y el empeño que trasciende de su entusiasmo, son suficiente testimonio para valorarlo como un revolucionario sincero y puro, como los que se necesitan en esta negra hora del destino nacional«.

El dictador Onganía venía sacudido por las puebladas del año anterior y el manejo de la economía se le iba de las manos, Adalbert Krieger Vasena había sido reemplazado por Dagnino Pastore al frente del Ministerio de Economía y una de las variables que no podía controlar era el aumento de precios.

La autodenominada «Revolución Argentina» con un plan de corte liberal eliminó el control de capitales y quitó todo tipo de protección a la producción nacional, además de congelar salarios y devaluar la moneda un 40%, los monopolios comenzaron a hacer su fiesta y poco a poco se fue extranjerizando el manejo de la economía. La inflación que había sido baja durante los años 1968 y 1969 (3,8 y 7,3% respectivamente), comenzó a dispararse en 1970, llegando al 26,8% anual.

Mientras parte de la dirigencia sindical mantenía diálogo con el gobierno y se entusiasmaba con el anuncio de una ley de Obras Sociales Sindicales, Raimundo y muchos otros dirigentes de la CGT de los Argentinos eran perseguidos, pero aún en esas condiciones, valoradas en el mensaje del líder exiliado, lograban editar en la clandestinidad el último número del periódico CGT-A.

Rescato de aquella publicación de febrero del ’70, un par de párrafos memorables…

«Los Caminos del Pueblo. Si el material existe, sepamos forjar la herramienta aún inexistente con que hemos de trabajarlo y darle forma. Esa herramienta tiene un solo nombre: Organización.

Ayudemos a construir frente a cada institución del enemigo, una Organización del Pueblo. No esperemos las calendas griegas para crear frente a los inagotables medios del régimen nuestros propios medios económicos, frente a la prensa del régimen y la cultura cipaya, nuestra propia prensa, los documentales y los libros que reflejan nuestra lucha y la auténtica historia nacional; frente a los tecnócratas del Sistema, nuestras comisiones de estudio, nuestros cursos y escuelas; frente a los medios de represión violenta, nuestros medios de defensa y de victoria.

Este es el camino, esa es la línea, esas son las consignas. Si la ponemos en práctica lo antes posible, podremos contemplar con indiferencia como se esfuman a nuestro paso los espejismos de los golpistas y las cábalas de los cuenta-votos. Y podremos reanudar con más vigor que nunca nuestra embestida contra la dictadura, conscientes de que su caída es un objetivo necesario, pero no el objetivo final en la larga marcha que hemos emprendido.

Compañeros: 1969 ha sido el año de la rebelión y el heroísmo. Que 1970 sea el año de la Organización. Que no quede un solo taller, una sola Agrupación, una facultad, una parroquia sin organizar.

Necesitamos centenares, millares de organizadores capaces de trabajar por la liberación: en el movimiento obrero, en las fuerzas armadas, en la Iglesia de los Pobres, en el estudiantado, en la ciudad y el campo.

Que nadie cierre el paso a los compañeros honestos, que nadie se sienta excluido ni excluyente, que todos compartan la gran esperanza de nuestra inteligencia y nuestro corazón, la certeza de que SOLO EL PUEBLO SALVARA AL PUEBLO«.

Ha transcurrido más de medio siglo, ya no hay régimen dictatorial militar, lo que hay es un régimen de dominación de las Corporaciones que no respeta la voluntad popular y desconoce cualquier tipo de práctica democrática intentando mantener un orden económico que solo sirve a sus escandalosos privilegios condenando a buena parte del pueblo a la miseria.

Aprendamos de aquellos viejos luchadores, el mensaje era claro y directo, el único camino es la Organización Popular sin sectarismos suicidas.

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