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Cuando Evita se hizo pueblo

Por HÉCTOR AMICHETTI

Entre otras grandes definiciones soberanas, la histórica Constitución Nacional de 1949, habilitó la posibilidad de reelección de Juan Perón como Presidente.

Los comicios se relizarían el 11 de noviembre de 1951 y no era de extrañar que las masas trabajadoras desearan fervorosamente que Evita lo acompañara en la fórmula.

El deseo fue tomando fuerza y los dirigentes sindicales emprendieron la tarea de organizar la demanda popular.

El 2 de agosto de 1951, la CGT convocó a un plenario de Secretarios Generales (algo poco frecuente por estos días), allí se resolvió por unanimidad proponer la candidatura de Evita a la Vicepresidencia y convocar a un gran acto para proclamar la fórmula Juan Perón-Eva Duarte.

El 22 de agosto, más de un millón de personas se congregaron en la Avenida 9 de Julio y el acto se convirtió en un auténtico Cabildo Abierto del Justicialismo.

En aquella emotiva tarde soleada, Evita con su encantadora y enronquecida voz, mirando a Perón comenzó su mensaje diciendo:

«Mi general: son vuestras gloriosas vanguardias descamisadas las que están presentes hoy, como lo estuvieron ayer y estarán siempre, dispuestas a dar la vida por Perón. Ellos saben bien que antes de la llegada del general Perón vivían en la esclavitud y por sobre todas las cosas, habían perdido las esperanzas en un futuro mejor. Saben que fue el general Perón quien los dignificó social, moral y espiritualmente. Saben también que la oligarquía, que los mediocres, que los vendepatria todavía no están derrotados, y que desde sus guaridas atentan contra el pueblo y contra la nacionalidad. Pero nuestra oligarquía, que siempre se vendió por cuatro monedas, no cuenta en esta época con que el pueblo está de pie, y que el pueblo argentino está formado por hombres y mujeres dignos capaces de morir y terminar de una vez por todas con los vendepatria y con los entreguistas».

¡Por eso la quería el pueblo!

Porque sabía muy bien que para enfrentar las conspiraciones de los poderosos y los traidores, Perón necesitaba a su lado el coraje de esa gran mujer que había tendido un puente directo entre el gobierno y el pueblo.

Ella confiaba en la lealtad y fortaleza del pueblo trabajador y los trabajadores creían ciegamente en ella.

Ella estaba convencida de que los trabajadores y trabajadoras estaban dispuestos a dar la vida por Perón y por su causa y es por eso que de manera secreta había gestionado armas para la defensa y se las había entregado a la CGT.

Aquel día el reclamo se convirtió en presión y la multitud no aceptaba otra respuesta que no fuera la aceptación de Evita a la candidatura como Vicepresidenta.

¡Con Evita! ¡Con Evita!, coreaban el millón de voces.

La noche iba cayendo sobre la ciudad, ella pedía en principio unos días para decidir y le respondían: ¡No! ¡No!.

Luego acortaba el tiempo pidiendo unas horas y la respuesta era: ¡Ahora! ¡Ahora!.

Nadie puede decir con buen criterio que la multitud se fue satisfecha con el resultado de aquel Cabildo.

Unos días después el mensaje del renunciamiento.

El 11 de noviembre Perón fue a los comicios con Hortensio Quijano como Vice y le ganó por afano al radical Ricardo Balbín, más de un 63% de los votos. Las mujeres argentinas votaron por primera vez en una elección presidencial.

Evita falleció ocho meses después, con el correr de los meses los enemigos salieron de sus guaridas y demostrando su espíritu asesino pusieron bombas en la plaza, bombardearon desde los aviones al pueblo, derrocaron al gobierno democrático y revolucionario y secuestraron el cuerpo de Evita que, custodiado hasta entonces por los trabajadores, descansaba en paz en el edificio de la CGT.

No habían podido doblegar su voluntad combatiente en vida, pensaban que podrían lograrlo escondiendo su cuerpo ya muerto.

Se equivocaron, Ella ya se había hecho pueblo peronista y como pueblo peronista estaba dispuesta a encabezar una larga resistencia hasta rescatar a Perón.

Por eso decimos que Evita es inmortal… como el Peronismo.

Y es también por eso que la moderna oligarquía, enferma de odio, sigue conspirando desde sus asquerosas guaridas y no dejará de hacerlo hasta que el pueblo reconstruya el poder en el que Evita tanto confiaba y pueda en un día no muy lejano, hacerla desaparecer definitivamente de la faz de la tierra.

Ese día sus queridos descamisados volverán a ser felices!

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