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ATLAS. La experiencia continental de organización gremial de los trabajadores latinoamericanos

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Escrito por Martín Salomone y Martín Vitale, ambos integrantes del Centro de Estudios del Movimiento Obrero (CEMO), repasa la constitución de la Agrupación de Trabajadores Latinoamericanos Sindicalistas (ATLAS) en 1952. Una experiencia con la participación de diferentes centrales obreras del continente con una postura antiimperialista y antioligárquica.

Por Martín Salomone y Martín Vitale*

El 17 de octubre de 1945 no solo significó esa multitudinaria movilización de trabajadores y trabajadoras que puso de manifiesto la potencialidad histórica del peronismo; asimismo encarnó un profundo salto cualitativo del movimiento nacional. Sin lugar a dudas, los trabajadores y sus organizaciones asumieron un rol decisivo a la hora de la profundización del proyecto de liberación nacional. El movimiento nacional batallando hacia las banderas de justicia social, soberanía política e independencia económica dejaba en claro –y continúa haciéndolo- que no hay liberación nacional y social si no existen trabajadores conscientes de su protagonismo político y de la necesidad de la organización popular.

Y así como la presencia del movimiento obrero organizado, durante el peronismo, fue preponderante a la hora de la conquista de esos ideales nacionales y populares, también fue fundamental en la lucha antiimperialista. Lucha que durante doscientos años se tornó indisoluble de los demás procesos emancipadores a nivel regional; por lo tanto, la liberación del pueblo argentino se puso en marcha a la par del constante intento de unión latinoamericana. Esto conllevó una presencia inédita de los trabajadores y sus organizaciones en la toma de decisiones del proceso encarado desde el ’45. Comenzaron a integrar, de forma activa, las estructuras institucionales del Estado. Tanto es así que muchas de esas estructuras, por la propia base social del peronismo, fueron transformadas.

En relación a la política exterior las transformaciones producidas se observan claramente. Dejan de verse sólo trajes de diplomáticos en las embajadas y aparecen los primeros agregados obreros. En sus propias organizaciones de base –a modo de capacitación para el accionar posterior- estudiaban economía, historia nacional y latinoamericana, geografía e historia del movimiento obrero. Esto repercutió tanto en el modo de comprensión e inserción que tuvo la Argentina en el mundo, como en la fluidez política y acercamiento económico de los países de Nuestra América hacia el proceso que estaba conduciendo el presidente Perón.

Así como el movimiento obrero organizado era la columna vertebral de las políticas desplegadas durante el peronismo, la lucha por la unión latinoamericana encontró también eje en el fuerte protagonismo político de los trabajadores. Bajo la bandera del continentalismo y la necesaria expansión de un eje tercermundista, el rol del movimiento obrero argentino era fundamental a la hora de pensar nuevas estrategias integracionistas. La CGT argentina era la que había logrado a nivel regional el mayor éxito en cuanto a unidad de clase, conciencia del protagonismo político en el marco de un movimiento nacional y una real fortaleza en la disputa frente al capital. Ante esta situación, el movimiento obrero argentino vio la necesidad –y la posibilidad- de conformar una Central de Trabajadores exclusivamente latinoamericana, sin injerencia del imperialismo, que hasta ese momento tenía bajo su tutela tanto a las centrales internacionales, como a las regionales. La unidad latinoamericana, real y concreta, se potenciaría, al decir de Perón, a partir de la unidad de los trabajadores y la defensa continental de sus derechos.

Es así que a fines de 1952 se constituye la ATLAS –Agrupación de Trabajadores Latinoamericanos Sindicalistas-, luego de una primera instancia organizativa mediante el Comité de Unidad Sindical Latinoamericano, que fue el encargado, junto a los agregados obreros, de contactar a los diferentes sindicatos, federaciones y confederaciones latinoamericanas, y difundir el proyecto constitutivo de una nueva Central de Trabajadores, alejada de toda intromisión imperialista.

Se suman a esta Central en un comienzo dirigentes de México, Cuba, Chile, Bolivia, Panamá, Perú, Puerto Rico, El Salvador, Uruguay, Colombia, Honduras, Costa Rica y, por supuesto, Argentina. En la Declaración de Principios, se proclamaba “la unidad sincera de todos los trabajadores, identificados por el común propósito de afirmar, en cada país, los ideales democráticos de la justicia social, de la libertad económica y de la independencia política”. En la misma Declaración, fechada el 25 de noviembre de 1952, se explicitaron sus objetivos, dentro de los cuales se encontraban: “procurar la unificación de los trabajadores del continente latinoamericano […], luchar contra toda forma de imperialismo y contra toda forma de explotación del trabajo humano, sea este de origen extranjero o nacional […], luchar por la incorporación del indio y del hombre de color a la vida nacional, por la elevación de su cultura, por su dignificación y su equiparación en los derechos de los demás trabajadores y ciudadanos […], luchar para que la tierra sea de quien la trabaje, sosteniendo el principio de que la tierra debe ser un bien de trabajo y no un bien de renta basado en la explotación del trabajador”. Es de destacar que hasta 1955, año del golpe de la revolución fusiladora y punto de inflexión para este proyecto continental, la ATLAS tuvo una labor intensa en diferentes coyunturas. Entre otras acciones, apoyó de forma enérgica al gobierno guatemalteco de Jacobo Árbenz y reivindicó el proceso revolucionario en Bolivia, sus respectivas nacionalizaciones y la reforma agraria llevada a cabo. De igual forma, siempre mantuvo un posicionamiento antiimperialista y antioligárquico.

Reconocer el gran recorrido y por sobre todas las cosas el profundo desafío histórico del movimiento obrero en nuestro país, que ha demostrado respetar e incluso potenciar fuertemente al resto del campo nacional y popular, es indispensable a la hora de profundizar la organización del pueblo. Creemos, por lo tanto, que en tiempos de avances y retrocesos de los pueblos hermanos del sur del Río Grande, la historia de lucha y el nivel de conciencia política alcanzado por el movimiento obrero argentino es uno de los aportes fundamentales que podemos realizar desde estas tierras para potenciar la pelea por la unificación y liberación de Nuestra América.

* Integrantes del Centro de Estudios del Movimiento Obrero (CEMO)

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– ́ ́ 8, 21 28 1952.

– ́ 1 1952

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