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Responsables

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Por HÉCTOR AMICHETTI*

El gran problema argentino es el déficit fiscal.

Los argentinos y argentinas gastamos más de lo que tenemos.

La solución es pedir plata prestada y hacer el ajuste hasta lograr déficit cero.

Sólo hay que agregar un detalle y es que además de la Argentina de los números hay una Argentina de seres humanos.

De argentinas y argentinos que constituyen un pueblo.

Un pueblo que tiene historia y que hace algún tiempo fue protagonista.

Allá por 1948, Juan Perón le pidió al Congreso de la Nación que deje sin efecto la adhesión de Argentina al Fondo Monetario Internacional.

La razón era muy simple, las políticas del peronismo resultaban incompatibles con las exigencias de un FMI influenciado por los países más grandes y más ricos.

Las bases económicas para nuestro desarrollo nacional autónomo requerían, entre otras decisiones soberanas e innegociables, un sistema financiero centralizado y nacionalizado, el monopolio estatal del comercio exterior, transferencia de recursos entre sectores productivos, control de cambios y acuerdos bilaterales de comercio.

Medidas verdaderamente revolucionarias para un mundo demasiado acostumbrado a la práctica del dominio colonial, en el cual el FMI tenía entonces, como lo sigue teniendo ahora un rol primordial.

63 AÑOS…

Faltaban pocos días para que alumbrara la primavera del ’55, cuando esa experiencia revolucionaria y popular en Argentina fue interrumpida por la fuerza.

La dictadura que sucedió al golpe encargó al economista Raúl Prebisch un diagnóstico de la situación económica del país.

«La Argentina enfrenta la peor crisis económica de su historia», opinó el hombre que hasta ese momento campaneaba al país desde el extranjero como funcionario de la CEPAL.

En resumen, sus consejos fueron: reducir el gasto público (menos personal, menos gasto en obras, privatización de empresas estatales ineficientes, etc.), devaluación del peso y liberación del mercado de cambios, promoción de inversiones extranjeras e ingreso al FMI para obtener préstamos internacionales en cantidad suficiente.

De esa manera, bajo la excusa de corregir el déficit fiscal, superar la crisis energética, terminar con la improductividad del agro y la actividad petrolera e industrial en general, se derogó la Constitución del ’49 y nos entregaron atados de pies y manos al FMI.

El sistema financiero fue liberado del control nacional; entre octubre del ’55 y enero del ’56 la devaluación fue de un 50%, con los sueldos de los trabajadores congelados durante ese período, disminuyó el salario real y mejoró considerablemente el precio de los granos y el ingreso del sector agrícola.

Como resultado del plan Prebisch se incrementó el déficit comercial, las importaciones aumentaron y las exportaciones no crecieron en relación con el PBI.

El déficit fiscal no se redujo, disminuyeron las reservas de oro y divisas muy por debajo de las deudas que vencían en 1958.

El país fue colocado al borde de la cesación de pagos.

El peronismo siguió proscripto por muchos años, fueron los años que necesitó la oligarquía para insistir con los mismos argumentos y las mismas propuestas, siempre en línea con la defensa de sus privilegios.

El «Plan de Estabilización Económica» de Frondizi terminó con Alvaro Alsogaray como ministro y el pedido al FMI para que mande una misión dispuesta diagnosticar y preparar un programa de emergencia con eventual financiamiento externo.

El teórico «desarrollismo» de Frondizi pasó sin pena ni gloria por la historia cruzado por innumerables luchas obreras.

Durante el efímero período presidencial de José María Guido hicieron fugaz experiencia Eustaquio Mendez Delfino, reputado miembro de la Sociedad Rural Argentina y José Martínez de Hoz; con sólo mencionar sus nombres quedan al desnudo sus planes.

Bajar el déficit fiscal; terminar con el alto nivel de ineficiencia en el sector público y privado abriendo los brazos al capital extranjero para mejorar la productividad, fueron banderas del «La Gran Transformación» de la economía que anunció en marzo del ’67, durante la dictadura de Onganía, su ministro Adalbert Krieger Vasena, integrante de varios directorios de empresas multinacionales.

Entre otras medidas, suspendió los convenios colectivos de trabajo y los aumentos salariales por 2 años, devaluó un 40% la moneda nacional y fijó altas tasas de interés con el argumento de fomentar el ingreso de capitales extranjeros.

Las pequeñas y medianas empresas nacionales quedaron destruidas, se extranjerizó la economía y los monopolios tomaron el poder. Las heroicas puebladas pusieron fin a una dictadura que alardeaba de no tener límite en su mandato.

MUY POCO TIEMPO…

La heroica resistencia del pueblo recuperó la Democracia y trajo a Perón en 1973. El esfuerzo por recuperar el camino interrumpido fue muy grande pero el tiempo no alcanzó.

Las presidencias de Cámpora y Perón duraron tan sólo 13 meses y José Gelbard, al frente de un Ministerio de Economía que volvía a desafiar la lógica liberal, tuvo 17 meses de gestión.

Lo de los militares era apenas un tiempo de repliegue, mientras el poder de la oligarquía desestabilizaba la economía y agudizaba la crisis política.

LA VUELTA DE MARTINEZ DE HOZ

La dictadura genocida despejó el camino para que Martínez de Hoz anunciara:

«Achicar el Estado es agrandar la Nación».

«El salario real ha llegado a niveles excesivamente altos en relación con la productividad de la economía».

Nuevamente reducir el gasto público y hacer más productiva la economía sirven de excusa para abrir indiscriminadamente las importaciones, liberar al sistema financiero, congelar salarios, reducir retenciones a los grandes exportadores y devaluar.

En 1977 la tasa de interés alcanzó el 135% anual y al año siguiente la inflación se elevó a un 160%. Entre 1976 y 1980 el salario real cayó un 40%.

Hacia 1980 las exportaciones habían caído un 80% y las importaciones aumentado un 30%, mientras la especulación financiera provocaba un crack bancario y la deuda externa se elevaba descontroladamente.

En marzo de 1981, un nuevo Ministro de Economía, Lorenzo Sigaut, afirmaba: «El que apuesta al dólar pierde», duró 9 meses en su cargo, la devaluación fue de un 35% y la economía entró en recesión.

Lo reemplazó Roberto Alemann, que ya había experimentado sus recetas neoliberales meses antes de la caída de Frondizi.

Eran tiempos en que la «Patria Contratista» estaba de fiesta con la destrucción del Estado.

El broche de oro se lo pondría Domingo Felipe Cavallo, quien al frente del Banco Central de la República Argentina, se ocupó de estatizar la deuda -en buena medida fraudulenta- de grandes grupos privados, por un monto de 15.000 millones de dólares.

En esa ocasión el Grupo Macri nos transfirió a todos los argentinos, 170 millones de dólares de deuda.

DEMOCRACIA FORMAL, PLUTOCRACIA REAL

En el próximo mes de octubre se cumplirán 35 años de la recuperación del derecho del pueblo argentino a elegir los representantes que lo gobiernan.

Salvo el frustrado desafío que le hiciera durante 14 meses Bernardo Grinspun siendo Ministro de Economía del gobierno de Alfonsín y los 12 años de gobierno de Néstor y Cristina, el orden neoliberal impuesto por el Fondo Monetario Internacional mediante el mecanismo de la deuda externa, gobierna con tranquilidad nuestra República Argentina.

Y el esquema sigue siendo hoy el mismo que planteaba Prebisch en su informe a la «Fusiladora»: Reducir el déficit fiscal, liberar absolutamente al capital, bajar el costo laboral, contraer deuda externa para pagar deuda externa…

Dentro de unos pocos días se cumplen 63 años del golpe oligárquico que interrumpió aquel maravilloso proceso revolucionario encabezado con ejemplar patriotismo por Perón.

A lo largo de ese período, los preceptos económicos de la oligarquía fueron impuestos de una u otra forma durante más de 48 años con su nefasta repercusión en el debilitamiento de la economía nacional, la desestructuración del Estado, la desvalorización del trabajo y la Justicia Social y la entrega de nuestra soberanía.

La oligarquía y nadie más es responsable de la desigualdad, el endeudamiento y la pobreza en Argentina.

El Peronismo tiene la responsabilidad fundamental de rescatar a nuestra Patria de este nuevo intento de retorno al coloniaje.

Con unidad, solidaridad y fuerte organización… ¡Volveremos!

*Secretario General de la Federación Gráfica Bonaerense / Corriente Federal de Trabajadores

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