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TAREAS DE CUIDADO / Claudia Lázzaro de Mujeres Sindicalistas, participó en Comité de la ONU

Claudia Lázzaro es la responsable de Género y derechos humanos del Sindicato Obreros Curtidores de la República Argentina (FATICA), referente de las Mujeres Sindicalistas Corriente Federal de Trabajadores y actualmente directora de Políticas de Equidad, Formación Laboral y Políticas de Cuidado del Ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual. A partir de todo ese recorrido fue invitada a la Sesión Nº 69 del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU en una intervención donde destacó la necesidad de implementar políticas públicas para abordar la «injusta distribución de la tarea de cuidado» y «del trabajo no remunerado» y la «feminización de la pobreza» que ello genera. Compartimos la intervención completa. 

 

 

Por Claudia Lázzaro

La Pandemia COVID-19 revela aún más la injusta distribución social del cuidado, que ocasiona una crisis en la salud pública. Sin respuestas estructurales más profundas y políticas adecuadas, el día después de la pandemia puede conducir a un mayor endurecimiento de la distribución desigual del trabajo de cuidado no remunerado y la feminización de la pobreza. Debemos estar atentos al impacto en las mujeres y colectivos LGBT+:

 

  • Aumentaron las cargas de trabajo de cuidado de las mujeres, dado que son ellas quienes continúan llenando los vacíos de los sistemas de protección social, entre cierres de escuelas y aislamiento de hogares.

 

  • La violencia contra las mujeres ha aumentado. No solo la violencia doméstica sino también el acoso y violencia laboral contra las trabajadoras del cuidado han aumentado.  

 

  • La crisis actual afecta más al empleo de las mujeres que al de los hombres. Los cuatro sectores con mayor riesgo de sufrir consecuencias graves por el COVID-19 en términos de pérdida de empleos y reducción de horas de trabajo (hotelería y gastronomía; comerciales e industria) representan el 41 por ciento de todo el empleo femenino. Asimismo, el 42 por ciento de los 740 millones de mujeres trabajan en la economía informal.

 

  • Alertamos sobre las medidas de austeridad que puedan tomar los gobiernos relacionados con el cuidado, y debido a la profundización de la crisis económica, probablemente recurrirán al Fondo Monetario Internacional, que siempre ha condicionado los préstamos a recortes del gasto público. 

 

  • La mayor feminización de la pobreza y el déficit de tiempo afecta tanto a las trabajadoras del cuidado remunerado y no remunerado. Según las proyecciones de organismos internacionales, la pandemia empujará a 47 millones más de mujeres y niñas por debajo de la línea de pobreza.

 

La distribución social injusta del cuidado, la profundización de la crisis global del cuidado y los efectos devastadores sobre las mujeres tienen su origen en un pacto social que las mujeres nunca acordaron. Este pacto vuelve invisible la reproducción social, naturaliza el cuidado como responsabilidad de las mujeres, profundiza la feminización de la pobreza, persiste a expensas de la explotación de las mujeres y alimenta un modelo capitalista neoliberal que se centra en el crecimiento económico en lugar del bienestar y prioriza las ganancias por sobre la gente y el planeta. Un pacto de estas características no solo es injusto, sino también insostenible, como está demostrando claramente la crisis actual. Es urgente concertar un nuevo pacto social transformador que se centre en el cuidado.

 

Para avanzar necesitamos un pacto de cuidado feminista y basado en los derechos humanos, promover una recuperación justa feminista y construir un futuro feminista. Para profundizar la necesidad de concretar un pacto social de cuidados proponemos adoptar las seis ‘R’ que son: Redistribuir, Reducir y Reconocer el cuidado, asegurar la Representación de las y los cuidadores y las redes comunitarias de cuidado en la definición de políticas de cuidado, Realizar los Derechos de lxs trabajadorxs de cuidado remunerados y no remunerados, hacer que el cuidado sea una cuestión de derechos y no de privilegios, y Refundar la economía como una economía que cuida.

 

Porque partimos de la concepción de que el cuidado es una actividad humana fundamental cuyo valor radica en que es indispensable y constitutivo de la sociedad, permite el sostenimiento y la reproducción de la vida atravesando a todas las personas, ya sea de manera directa y/o indirecta, y a lo largo de toda la vida en sus distintas etapas. Por ello, entendemos al cuidado como una necesidad, como un trabajo y como un derecho. Es decir, una responsabilidad social compartida. De esta manera, es importante enmarcarlo en el proceso más amplio de la división sexual del trabajo, o sea, del proceso histórico por el cual se asignaron desigualmente tareas entre hombres y mujeres y se fijó el trabajo de cuidados como tarea exclusiva de las mujeres y como responsables de su garantía. Es por todo esto, que promover la visualización de los cuidados como derecho es fundamental entendiendo que cuidar es un derecho y también lo es recibir cuidados, y que cuando se cuida se debe contar con protección social y derechos en el marco del trabajo decente. Una distribución más igualitaria de las tareas de cuidado al interior de las familias, pero también que involucre al Estado, a las empresas y a toda la comunidad, para asegurar tales derechos, es condición necesaria para una sociedad más justa que no reproduzca la feminización y precarización del trabajo de cuidados 

 

La salida de la pandemia se debe hacer con Justicia social e igualdad de género donde se reconozca el valor del trabajo de cuidados por ello necesitamos:

 

# Ratificación e implementación efectiva de los convenios de la OIT que abordan e intentan corregir los obstáculos estructurales para la participación de mujeres en la fuerza laboral, incluidos C87, C98, C100, C111, C156, C183, C189 y C190.

 

# Acceso equitativo y asequible a servicios de salud y cuidados públicos y de calidad, que tengan en cuenta la perspectiva de género, incluyendo a mujeres en los puestos de liderazgo y en el diseño de esos servicios esenciales y ampliándolos a las áreas rurales. 

 

# Adoptar leyes y aplicar políticas que faciliten la conciliación del trabajo y la vida privada, incluyendo el diseño de ciudades servicios de manera que respondan a las necesidades de las trabajadoras, hacer realidad la redistribución justa de las responsabilidades de cuidados no remunerados y reconocer su valor.

 

El trabajo no ha de significar sólo lucha y dolor; debe ser también tarea creadora de derechos; debe ser una función que se ejerza con un plan de vida, para que se asegure que el esfuerzo del presente fecunde en merecido descanso para el porvenir…

Delia Parodi (1955) 

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