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Gustavo Petro, presidente de Colombia. Nuestra América festeja

Gustavo Petro

 

Por Héctor Amichetti*

Hay festejo allá arriba, la maravillosa pluma de Gabriel Gabriel García Márquez comienza a escribir una nueva e inimaginable novela, la de una Colombia con justicia social; Eliécer Gaitán dispara un enfervorizado discurso de esperanza que hace vibrar completamente al cielo, sonríe «Tirofijo», una lágrima de emoción surca el rostro del cura Camilo Torres.

Un hombre del pueblo ha llegado a la Presidencia de Colombia y no es un sueño de seres inmortales, es la largamente postergada esperanza hecha realidad este domingo en campo terrenal.

La castigada hermana nuestroamericana abre una nueva etapa histórica que buscará dejar definitivamente atrás casi un siglo de injusticias y violencia, con guerras civiles no declaradas entre conservadores y liberales y acuerdos partidocráticos a espaldas del pueblo; milicias organizadas por los humildes campesinos para defenderse de las agresiones de los terratenientes convertidas luego forzosamente en guerrillas declarando zonas liberadas y -como respuesta- represión, mucha represión, militar y paramilitar.

Un territorio convertido en vergonzoso asentamiento del Imperio en el sur del continente con 7 bases militares norteamericanas, batallones mineros, e infinidad de otras bases, mediáticas, informativas, culturales y radares sembrados de norte a sur del territorio.

Acuerdos de paz firmados y borrados de un plumazo por los Uribe y los Duque, centenares de miles de muertos y millones de campesinos emigrando de las regiones rurales a la ciudad durante décadas y décadas.

En lo que va del año, 18 ex combatientes guerrilleros y 70 líderes sociales asesinados, 37 masacres y el «Clan paramilitar del Golfo» como protagonista central protegiendo el negocio del narcotráfico.
Más de 11 millones de colombianos y colombianas decidieron en el día de hoy, a través del pacífico sistema electoral, que Colombia debe cambiar definitivamente el doloroso rumbo de su historia.

Al mirar el mapa de la votación observo que en las regiones montañosas del atlántico sur, aquellas donde la violencia nunca ha cesado como Cauca, Nariño, Putumayo y Chocó, Gustavo Petro obtuvo entre un 70 y un 80% de apoyo popular, esperanza de paz y de justicia que nace del corazón de los más pobres entre los pobres.
Optimismo que se extiende con auténtico entusiasmo hacia las demás naciones y pueblos de nuestro continente.

El pueblo colombiano ha dado un primer paso, trascendental e histórico por cierto, vendrá ahora al decir del patriota Jorge Eliécer Gaitán: «Por la restauración moral de la república, pueblo… ¡a la carga!».

¡Viva Colombia!
¡Viva Nuestra América en el camino a la integración!

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