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APLICACIONES / Nuevo trabajo y organización sindical

RappiGlovoEn los últimos meses se ven cada vez más trabajadores en bicicleta con su mochila naranja o amarilla haciendo surcando la ciudad a gran velocidad y a toda hora. Las plataformas digitales de delivery que han desembarcado en la Argentina conceden una oportunidad laboral ágil y sencilla para muchos jóvene9s pero al mismo pero a su vez lo hacen con extrema precariedad. «El camino es la unidad. La explotación de un sector perjudica a todos» expresa Luciano Schillaci, secretario gremial del Sindicato de Motokeros, gremio que viene trabajando en la organización de un sector hasta ahora no tiene mayor regulación que proponen las propias compañías. Cómo organizar a esa camada de trabajadores precarizados es el desafío.

«La situación de los compañeros trabajadores es muy precaria, no cuentan con ningún beneficio social, no hay cobertura de ART, no hay aguinaldo, no hay vacaciones. Las empresas terciarizan un servicio de los usuarios que necesitan trasladar mercadería, sea comida o algún tramite. En su sistema de contratación, el repartidor «brinda un servicio» a la empresa. Sin embargo, la empresa es la que pone las condiciones de trabajo, pone las tarifas de los viajes y rige toda la actividad. El emprendedor no puede elegir qué hace y qué no» cuenta Schillaci. «Desde la primera entrevista hasta la actividad el compañero realiza un servicio a Rappi y no al revés, por eso le cobran el bolso y la campera. Es una estafa laboral» resume el referente de los Motokeros.

Las empresas más reconocidas del rubro son Rappi y Glovo, empresas que desembarcaron en el mundo digital y de la mano de la proliferación de smartphones y de las aplicaciones. «A medida que fueron surgiendo las aplicaciones y las motos fueron llegando, muchas veces por esta tercerización caían pedidos a trabajadores de nuestro sector que no estaban inscriptos en la aplicación». Esto fue generando una cotidianeidad no sólo callejera sino en compartir los mismos trabajos. «En cada empresa hay motos fijas, motos que manda Glovo o Rappi».

Este tipo de contratación no considera a los trabajadores como tales, sino que introduce un término de moda, el emprendedurismo.  «El falso emprendedurismo se traduce en jornadas de 12 horas que no superan los 600 pesos. Los pibes laburan dos meses y lo dejan porque realmente no alcanza para vivir» cuenta Schillaci.

En el sector de la mensajería, la crisis social y económica que generó el gobierno hizo que el rubro crezca. Según comenta Schillaci «como su trabajo no le rinde, mucha gente busca como changa agarrar la moto o la bicicleta para hacer reparto» gracias a esto «las Apps bajan el precio de los viajes y mucha gente se vea obligada a aceptar. Para los motokeros se crea una gran cantidad de trabajo pero cada vez peor remunerado».

El motokero señaló también que deben dejarse de lado las falsas contradicciones y rivalidades entre los mismos trabajadores «formales» y de aplicaciones que se dan en diversas ocasiones: «el tema es la precariedad laboral y lo que hace la empresa, no lo que hace una persona buscando trabajo, eso tiene que ser claro. Hemos hecho asambleas y charlas con los compañeros en distintos lugares. Queremos ir mejorando las condiciones de trabajo». En este sentido, no evitó resaltar algo central para la posibilidad de organización en relaciones de trabajo que para el mundo son comunes pero que sólo en Argentina crecen en sindicalización. «La tradición de organización del movimiento obrero argentino es muy fuerte. Esto hace que tanto los viejos como nuevos trabajadores adquieran ese sentido de organización que nos dejó el peronismo, los sindicatos combativos a lo largo de la historia y se comience a dar pelea contra estas empresas».

Lautaro Fernández Elem

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