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MACRI / Apuntes sindicales para la discusión

Por PABLO CARRO *

1.- La derrota electoral no implica una derrota política. Si bien el triunfo de Macri abre un espacio para la restauración neoliberal (ajuste y represión, incluidos), la política de los hechos consumados, el desmonte de los íconos culturales del kirchnerismo, los despidos generalizados, etc., tienen por objeto instalar de una vez que las cosas vuelven a la normalidad y que ese es un hecho políticamente irreversible: ganaron y pueden hacer lo que quieran. Sin embargo, todos estos años nuestras organizaciones se han fortalecido: crecimos y ganamos en derechos, organización, recursos y militancia. En todo caso, se abre una etapa de empate hegemónico y crisis política en la que tenemos que ser capaces de incidir de una manera renovada. Para ello hay que reorganizar y multiplicar la militancia sindical, barrial, estudiantil,  de cara a las nuevas tareas.

2.- Ya no hay partido de gobierno. Para los que se han sumado a la militancia en los últimos 10 años es una completa novedad. Pero también para los viejos militantes (sobre todo para aquellos que ocupan lugares dirigenciales) implica una fuerte sacudida que requerirá un reacomodamiento conceptual y político, que llevará a nuevos realineamientos sindicales, sociales y políticos. Dos consecuencias directas. Una es que el orden político partidario ya no vendrá ordenado desde el gobierno y, por lo tanto, se descentra el lugar de Cristina y de las agrupaciones juveniles en las que se apoyaba (casi siempre, resistidas en el PJ y en el movimiento obrero) ni será la misma esa relación directa entre Cristina y los ciudadanos empoderados. Otra consecuencia es que las políticas públicas (nacionales, populares, democráticas) ya no orientarán nuestra práctica militante, muchas veces desarticulada socialmente. Y esto será así en casi todas las áreas (educación, salud, cultura, ciencia, previsión social).

3.- De lo político a lo social, ida y vuelta. Con Macri en el gobierno, el campo popular está obligado a producir y protagonizar por otros medios; lo que se pierde en ordenamiento político se gana en autonomía. Las organizaciones sindicales, sociales, estudiantiles, profesionales, etc., necesitan reubicarse, construir nuevas referencias y articulaciones. Pero fundamentalmente, recomponer un sujeto social organizado. Tomará su tiempo. Crecerá el conflicto sindical y social pero la disputa de fondo será política y cultural. Hay que trabajar ambos frentes. Por un lado, defender el trabajo y el salario; la pérdida de puestos de trabajo tira a la baja el salario y precariza las condiciones laborales. Se abre un tiempo clave para las organizaciones sindicales. Por otro lado, se abre una disputa por el sentido del Estado y de las políticas públicas; hay que organizar a los profesionales y cuadros técnicos que llevan adelante esas políticas y apuntalar la discusión política, para ello será crucial el papel de la universidad. Resistencia social expansiva y organización política, para poder incidir en las próximas elecciones.

4.- Espontaneísmo y autoconvocatorias. En buena medida expresan lo mejor de la ciudadanía empoderada de la habla Cristina. Hay movilizaciones contra el avasallamiento de las instituciones, en defensa de leyes democráticas y la libertad de expresión y contra la criminalización de la protesta social y el encarcelamiento de dirigentes populares. Demuestra que en Córdoba hay un activo militante dispuesto a la pelea democrática. También da cuenta del desencanto con la dirigencia kirchnerista local y sus desaciertos electorales. Sin embargo, la movilización sin organización desgasta y desalienta. Pero sobre todo no nos permite la articulación y acumulación necesaria para enfrentar como un bloque social las políticas de ajuste y represión. Hay que organizar esa indignación. Es imprescindible, simultáneamente, construir nuevos liderazgos sociales y políticos para la nueva etapa.

5.- Contra el sectarismo. El activo militante de clases medias expresa, en general, un kirchnerismo de paladar negro, rápido para señalar defecciones y denunciar traiciones, pero que tiende a una política sectaria y minoritaria. Cerrarse sobre un kirchnerismo intenso, sin articulación sindical y popular, resulta funcional al Macrismo. Nos separa, divide, margina y expone. Trabajar las relaciones y articulaciones entre kirchnerismo y peronismo será una de las claves para construir resistencia social y oposición política. Necesitamos una política de masas que haga posible una nueva mayoría de sectores medios y clases populares.

6.- Comunicación/Información. La madre de todas las batallas, la pelea en y por los medios sigue siendo una las claves de interpretación del conflicto político actual. Romper el cerco mediático que acoraza las primeras medidas de gobierno es una de las tareas principales. Contar con información de calidad es imprescindible para saber lo que pasa y poder posicionarnos. Hay mucho más conflicto social del que aparece en los medios. Articular y amplificar ese conflicto político social que crece desde el pie requiere volver a pensar los temas (medios, redes, etc.) de comunicación e información.

7.- Izquierdismo/Entrismo. Nuestras organizaciones y movimientos se verán confrontadas con dos posiciones políticas conocidas. Por un lado, nos veremos corridos por izquierda con el argumento de profundizar las contradicciones y la lucha. Un sector que votó en blanco en el balotaje porque ambos candidatos eran iguales y harían lo mismo, es decir, un sector que fue funcional al macrismo ahora querrá explicarnos de qué va la cosa y cómo enfrentar las políticas neoliberales. Por otro lado, muchos compañeros plantearán la necesidad de pelear desde adentro del proyecto de gobierno para defender espacios sociales y laborales, colaborando con la estrategia conservadora. Ambas posiciones pondrán en tensión a nuestras organizaciones.

8.- Trabajar por la unidad. Unidad en la acción y acción por la unidad. Necesitamos un gran frente social entre las organizaciones sindicales, el movimiento estudiantil, los sectores medios y las clases populares, capaz de enfrentar las políticas neoliberales que acosan la región y se desarrollan en nuestro país. Hay que trabajar con paciencia y perseverancia para lograr la unidad. Hay que recuperar y actualizar el legado que nos dejaran el gringo Agustín Tosco y el negro Atilio López. Necesitamos construir una nueva mayoría política y social y las referencias que puedan representarla.

9.- Formación política y articulación intergeneracional. Necesitamos articular la experiencia de lucha de los 60/70 y los 90/2001 y ponerla en relación con la militancia juvenil actual. Pero también analizar la novedad de la hora y saber qué hay de nuevo y viejo. Para ello es clave la formación política y la articulación entre distintas generaciones de militantes con el objetivo de rearticular y fortalecer un entramado político, social y cultural que no excluya a ningún sector y que permita compartir lecturas y miradas. Intergeneracional e interorganizacional.

10.- Para construir una perspectiva sindical que dé cuenta de los conflictos actuales y pueda, no sólo acompañar sino también conducir el proceso político y social abierto, en una dirección nacional, popular, democrática, emancipadora y latinoamericana, no vendría nada mal volver a tres documentos claves del movimiento obrero argentino: La Falda (1959), Huerta Grande (1962) y 1° de mayo (1968), CGT de los Argentinos (pluma a cargo, Rodolfo Walsh).

*Secretario General de Adiuc/Conadu
Secretario General de CTA de los Trabajadores de Córdoba

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