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La patria y algunas zonceras

Así son las cosas, como no podía ser de otra manera, Jauretche partió hacia las estrellas en un esplendoroso día patrio, apenas unas semanas después lo siguió con igual rumbo Juan Perón.

Allá por el año ’69 Don Arturo, con Hernández Arregui y el «Pepe» Rosa, integró la mesa directiva de la Comisión de Afirmación Nacional de la CGT de los Argentinos. Juan Perón fue designado Presidente Honorario junto a José Artigas, San Martín, Fray Luis Beltrán, Eva Perón, Ramón Carrillo, Discepolín, Libertario Ferrari, Yrigoyen, Güemes, José Hernández, Amado Olmos, Vicente Peñaloza, Facundo Quiroga, el General Mosconi, Scalabrini Ortíz, Felipe Varela, el General Valle y Felipe Vallese, entre otros.

La Comisión evocaba a «los próceres que forjaron la nacionalidad y a aquellos luchadores que hasta hoy han dado testimonio, incluso con su vida, de la resistencia a la penetración extranjera», y destacaba «la conciencia nacional revolucionaria en ascenso de los trabajadores que como clase nacional», decían, «no cederá ante nadie, cualquiera sean las armas que el colonialismo mandante y sus mandantes autóctonos empleen contra el pueblo argentino y su voluntad patria».

Enorme ejemplo el de Jauretche, consecuente como el que más con el ideario nacional; decidido como pocos a la hora de mostrar su compromiso con la causa que lo enfervorizaba.

Así lo demuestran su convicción al enfrentar un radicalismo claudicante, su valentía de aquel día en que arma en mano intentó resistir el golpe de Uriburu, su participación en el levantamiento de Paso de los Libres que le costó la prisión, las acaloradas polémicas forjistas que fogoneaba junto a su gran amigo Homero Manzi con el ánimo de acabar con la «Década Infame», su entusiasmo con el movimiento de masas que conmovió la historia a partir del 17 de octubre del ’45, su adhesión al peronismo sin convertirse en un obsecuente de Perón.

Quizás un buena manera de recordar hoy a Don Arturo Jauretche sea formulándonos esta pregunta:

¿Será por zonzos que nos toca padecer a Macri en el gobierno?

Comentaba Don Arturo la opinión de un amigo suyo: «El argentino es vivo de ojo y zonzo de temperamento» , agregando: «somos inteligentes para las cosas de corto alcance, pequeñas, individuales, y no cuando se trata de las cosas de todos, las comunes, las que hacen a la colectividad».

Del humorismo popular rescataba aquello de… «¡Mamá, haceme grande que zonzo me vengo solo!» , señalando que esa era otra zoncera porque la cuestión era a la inversa: «nos hacen zonzos para que no nos vengamos grandes».

Y en realidad ya estamos bastante grandes y hemos sido suficientemente golpeados como para seguir escuchando nuevas zonceras como estas que arrimo para que Don Arturo se sienta seguro de que no lo hemos olvidado:

Acerca del SINCERAMIENTO DE LA ECONOMIA…

Viene con tanta franqueza este sinceramiento que ni siquiera intenta disimular que la economía es cosa manejada por los ricos, que tienen que quitarle cada día un poco a los pobres para seguir siendo cada día un poco más ricos, alimentándo al pueblo con la esperanza de que algún día alcanzarán tanta riqueza que no tendrán otra opción que repartir algo entre los pobres».

Acerca del TRABAJO GENUINO…

Es tan puro, natural y verdadero el trabajo que prometen crear que se remonta a los tiempos en que los hebreos cumplían tareas al servicio de los faraones egipcios. Tal vez la única industria que se reactive sea la del látigo.

Para terminar, un verso de Don Arturo en «Paso de los Libres».

«Les he dicho todo esto
pero pienso que pa’ nada,
porque a la gente azonzada
no la curan con consejos:
Cuando muere el zonzo viejo
queda la zonza preñada».

Salú Compañeros/as y… ¡Viva la Patria!

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