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PALAZZO / “El movimiento obrero tiene que salir del corset de discutir salarios y condiciones de trabajo»

A continuación reproducimos una entrevista que le realizaron a Sergio Palazzo, secretario general de la Asociación Bancaria y referente de la Corriente Federal de Trabajadores de la publicación Patria Grande (patriagrande.org.ar). La situación dentro de CGT y el posicionamiento de la Corriente Federal de Trabajadores, el malestar creciente, como enfrentar a las políticas antipopulares del macrismo, la necesidad de un programa como guía. La nota fue realizada por el periodista Ulises Bosia. 

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-Para romper el hielo, ¿cómo ves a la CGT después de su congreso de reunificación? Y teniendo en cuenta tu participación en la marcha del 7 de agosto, nos interesa conocer tu opinión sobre la posible integración de los trabajadores de la economía popular en la CGT.

Sergio Palazzo: Creo que se dio un paso inicial hacia la unidad. Es una CGT que ha dejado a tres sectores afuera de su conducción y estructura orgánica, y dentro del propio Consejo Directivo tiene marcadas diferencias entre los posicionamientos de unos y otros. Ahora se necesita que estén más sectores integrados, también para que los movimientos sociales encuentren un lugar dentro de la representación de la CGT porque son trabajadores, lo que no tienen es empleo circunstancialmente, pero son trabajadores. Los compañeros han terminado en un sistema de organización por fuera de lo que debería haber sido la estructura de la CGT que los contenga, precisamente porque no se los contuvo.

-Algunas de esas diferencias que mencionás en la nueva conducción de la CGT se expresan en las tensiones sobre la convocatoria a un paro general. ¿Cuál es tu evaluación de estos primeros pasos?

SP: El menemismo acentuó una vieja disputa sindical que es “participacionistas o no participacionistas”. Hoy estamos viendo unos primeros pasos confusos, que pueden ser producto de la inexperiencia en la conducción, y que es un cuerpo más colegiado, pero ojalá no terminemos en la misma discusión de “participacionistas” y “no participacionistas”.

-En el caso de que no se convoque a un paro, ¿cuál va a ser la política de la Corriente Federal?

SP: Nosotros no vamos a sacar los pies del plato de la CGT. Decidimos quedarnos y damos el debate ahí adentro, y vamos a seguir pujando por esa medida de fuerza. Y cada vez somos más los que opinamos, entre las organizaciones que estamos en la CGT, que tiene que haber un paro, y cada vez son más relevantes las opiniones. Tenés a Pablo Moyano que claramente lo está planteando. Entonces creo que es una cuestión de tiempo. Indefectiblemente vamos a ir a un paro nacional y el movimiento obrero va a canalizar y va a condensar la protesta social. Salir a tontas y a ciegas y no con toda la estructura de la CGT detrás de un paro termina siendo funcional a la estrategia del gobierno. Si los compañeros que están en la conducción no se dan cuenta la realidad que están pasando nuestros compañeros trabajadores que pierden su empleo, que el salario no alcanza, que nos meten un tarifazo, que hay una importación indiscriminada de productos que hace caer la actividad económica, los van a terminar pasando por encima.

-Desde los años noventa con la fundación de la CTA, la discusión sobre el modelo sindical atraviesa el movimiento obrero. ¿Cuál es tu punto de vista?

SP: Yo suscribo el modelo sindical actual de representación única en la CGT, y de sindicato por actividad. Soy radical y lo suscribo. Explico por qué. Porque en el mundo, del otro lado, el establishment, el sector empresario, ¿cómo soluciona sus problemas cuando tiene crisis? Fusiona sus empresas para hacerlas más poderosas y tomar posiciones dominantes en el mercado. ¿Por qué nosotros tenemos que abrevar en sistemas sindicales de división que permiten la fragmentación y que no permiten la cohesión después para poder enfrentar ese poder cada vez más grande y concentrado? Por eso sostengo la necesidad de un modelo sindical de estas características. Ahora bien, los compañeros que hoy militan en la CTA se fueron de la CGT en la época del menemismo, y decidieron no dar la pelea para quedarse en la CGT. Si ellos estuvieran en la CGT, distinta sería la conducción. Muchos sindicatos estamos teniendo esa interpretación que ellos tienen de confrontar con el gobierno, y hoy hubiera sido importantísimo en un congreso de la CGT que no estuviéramos solo los sindicatos de la Corriente Federal. Ahora, casi como un plus de la pregunta, yo sé que las cartas están echadas así hoy, es la realidad, y lo que tenemos que soslayar son esas diferencias y tener una unidad en la acción, el viejo debate casi maoísta de plantearse las contradicciones secundarias y la contradicción fundamental. Tenemos puntos de desencuentro, nos hemos re puteado, hemos tenido hasta contradicciones flagrantes entre los distintos espacios, pero hoy, ¿priorizás eso o priorizás la contradicción fundamental que es un país para minorías privilegiadas o un país con una justa distribución del ingreso? Aunque suene anticuado, ¿querés una colonia o querés un país independiente?

-¿Entonces no considerás que haya cambios importantes por hacer al interior del movimiento obrero?

SP: Hay que cambiar de conducta en el sindicalismo, más que cambiar leyes. Tenemos que tener gestos de mayor transparencia sobre los fondos sindicales, sobre las obras sociales, tenemos que tener una mayor apertura a que haya elecciones, flexibilizar condiciones de candidatos en los estatutos para que cualquier afiliado a tu organización sindical pueda ser candidato, o tener requisitos mínimos. Tampoco se trata de mañana entrar a laburar y pasado querer ser secretario general porque no tenés ni la menor idea de todo lo que te vas a encontrar. Pero, por lo menos, requisitos mínimos. Y flexibilizarlos.

-Y con respecto al debate sobre la necesidad de renovación en las conducciones sindicales, ¿cuál es tu punto de vista?

SP: Mi posición personal es que yo no vine para morirme como secretario general de la Asociación Bancaria porque si no demostraría que soy un mal dirigente, porque no generé los cuadros suficientes en mi organización para que me suplan el día de mañana. Pero no caigo en el discurso de que hay que limitar las reelecciones. Por varios motivos. Primero y fundamental, porque no le podés privar el derecho al compañero que quiere votar al que ha hecho las cosas bien. Punto. Segundo, porque del otro lado del mostrador son siempre los mismos. Los mismos estudios jurídicos, los mismos gerentes de recursos humanos y, lo que es más jodido, las mismas políticas. Es más, cada vez las perfeccionan para cagarte más. Entonces, contra eso le contrastás una camada que cada dos años se renueva por una cuestión estatutaria y cualquier compañero puede meter la pata y resignar un derecho que costó años, vidas, sangre de muchos trabajadores en la historia del movimiento obrero. Y, además, porque fijate vos que la discusión es sobre los dirigentes sindicales y los dirigentes políticos. ¿Por qué no hablás del sector empresario? ¿Por qué no hablás de los clubes de fútbol? ¿Por qué no hablás de las ONG? Porque el sector político y el sector sindical son la más acabada manifestación de lo que es la expresión popular. Y vos necesitás tener una democracia formal y organizaciones sindicales desde el punto de vista formal para que el capital, el establishment, siga mandando y siendo el ordenador de la economía y de la distribución de los bienes y servicios.

-En distintos discursos venís convocando a los trabajadores bancarios a ser vanguardia al interior del movimiento obrero. ¿Qué es ser vanguardia desde tu punto de vista?

SP: Hoy no cuesta mucho ser vanguardia en el movimiento obrero, convengamos eso. Cualquier cosa que hagas parándote enfrente del gobierno parece vanguardia. Nosotros somos un sector, la Asociación Bancaria, que en la pirámide estamos entre los asalariados que mejor les va, ha crecido el empleo en el sector financiero. Cuando hablo de que somos vanguardia es que, a pesar de que no tendríamos los inconvenientes del resto, nosotros salimos a la calle a la pelea porque tenemos una visión integral, no nos agotamos en la visión del sector.

-En varias oportunidades planteaste que uno de los objetivos de la Corriente Federal es aportar a la construcción de un programa para el movimiento obrero. ¿A qué te referís?

SP: El movimiento obrero tiene que salir del corset de discutir salarios y condiciones de trabajo. Tiene que profundizar en los grandes temas nacionales y tener un programa. Los mejores momentos de su historia han sido cuando ha tenido un programa: Huerta Grande, La Falda, la CGT de los Argentinos, los 26 puntos de Ubaldini, el propio MTA con las consignas y sus reclamos. Creemos que eso se ha perdido.

-¿Y cuál debería ser su contenido?

SP: Tiene que ser casi fundacional de un modelo de país. Hay cuestiones fundamentales: recuperar parte del constitucionalismo social que le dio el peronismo, y que no tiene la constitución actual; una presencia fuerte del Estado, no solo en la regulación, sino también en el suministro de los servicios públicos, reestatizando las empresas; una profunda reforma del sistema financiero argentino, que por más que se haya modificado la Carta Orgánica del BCRA, no se profundizó en la medida en que debía haberse profundizado; una reforma tributaria que tienda a dotar al Estado con los recursos suficientes para desarrollar todas sus actividades sin tener que recurrir a impuestos que gravan más a los que menos tienen o a los sectores asalariados. Claro que hay que desarrollar un programa petrolero, hidroeléctrico, que hable también de cuestiones de última generación como puede ser el medio ambiente o la energía sustentable. El programa también establece el tipo de alianza política que tiene que tener el movimiento obrero. Porque si no terminamos abrazados a un candidato porque nos parece más o menos simpático, con más o menos chances de ganar o porque nos da más o menos cargos en una lista.

-Aprovechando la referencia que hacés a la relación entre el movimiento obrero y la política más en general, ¿cómo te imaginás la construcción de una herramienta política para enfrentar a la derecha que ocupa el gobierno?

SP: En la Argentina, con la irrupción de Yrigoyen, apareció un sistema movimientista. Yrigoyen traspasaba el partido de la UCR y nucleaba tras su figura a los sectores populares que lucharon contra la oligarquía y contra el fraude. Cuando llegó Perón, también tuvo la misma visión frentista, es decir, movimientista. Alfonsín lo intentó hacer con el tercer movimiento histórico y no llegó a concretarlo. Y el kirchnerismo en el gobierno también canalizó una expresión movimientista que excedía la estructura orgánica del PJ. ¿Yo qué sueño? La reconstrucción de un movimiento nacional y popular que nos contenga independientemente del origen partidario, para confrontar con la derecha. Que en la Argentina queden claramente definidos dos proyectos. Aunque, lamentablemente, hoy no se está dando. Igualmente, yo le veo posibilidades porque es muy clara la política del otro lado y es cuestión de tiempo que cada vez afecte a más personas en la Argentina. Es un espacio que hay que tener paciencia en construirlo y saber que se construye con todos. Creo que hay que poner la cabeza en un balde de hielo, refrescarse, bajar diez cambios y empezar a darse cuenta que se construye con todos.

-Por otro lado, aunque aún falta mucho, ¿vos te imaginás como candidato en el 2017?

SP: No estoy interesado la verdad en ser candidato en la política. Lo que sí creo es que la Corriente Federal tiene que incidir en la política, tiene que incidir en lo electoral también. Y tiene que ser parte de este armado político con vistas a confrontar en 2017 y en 2019.

-En las respuestas anteriores hiciste una valoración positiva de los gobiernos kirchneristas, como expresión reciente de las experiencias nacionales y populares del pasado. Al mismo tiempo, La Bancaria realizó varios paros contra el último gobierno de Cristina Kirchner. ¿Pensás eso como una contradicción?

SP: Cuando nosotros planteábamos el tema del impuesto a las ganancias, que fue uno de los puntos de discordancia muy fuerte con el gobierno, no lo planteábamos con una visión egoísta de “no quiero pagar ganancias y que el Estado se desfinancie”. Fuimos el primer sindicato que marchó por este tema a fines de octubre de 2010 y llevamos un proyecto de reforma tributaria al Congreso donde abarcábamos una serie de cosas: que se grave la renta financiera, una mayor imposición al juego, a la renta minera, planteábamos el tema de las transferencias de acciones en la bolsa que no estaban gravadas, para que el Estado pudiera dotarse de recursos y no solamente se eliminaría el impuesto a las ganancias sino que se podía profundizar en arrimarse al 82% móvil y cumplirle a los jubilados. Lamentablemente el gobierno anterior no lo entendió.

Por Ulises Bosia.

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