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CGT DE LOS ARGENTINOS / El vigor de una larga historia social

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A días del 50° aniversario del Congreso Normalizador Amado Olmos – del cual emerge la CGT de los Argentinos- en las próximas semanas vamos a ir realizando un repaso histórico con análisis y testimonios de uno de los momentos más vibrantes de la historia del sindicalismo en Argentina. Una experiencia que es necesario recordar por la profundidad de sus planteos, por su construcción política y conformación, por el espíritu combativo que desde las bases trabajadoras que logró irradiar a sectores estudiantiles, intelectuales y artistas de la época.

Estará el recuerdo para los dirigentes que construyeron esa historia con Raimundo Ongaro, Jorge Di Pascuale, Julio Guillán, Lorenzo Pepe, Benito Romano, entre otros. También por ese hito de la comunicación que fue el periódico de la CGT de los Argentinos, dirigido por la enorme figura de Rodolfo Walsh con Rogelio García Lupo y un jóven Horacio Vertbisky.

A 50 años de ese hito, del aporte esencial a la discusión política de la época atravesada por la dictadura de Onganía, por la resistencia peronista, por el trabajo para la vuelta al país de Juan Domingo Perón, por los ímpetus revolucionarios de la época que buscaban establecer una sociedad justa, sin opresiones. Hoy la Corriente Federal de Trabajadores toma ese legado, lo reivindica, se alimenta de esas valiosas experiencias para pensar el presente en un puente histórico imprescindible.  Se vuelven a repetir tiempos oscuros para el país, con políticas antipopulares, con concentración de la riqueza, con empobrecimiento para las grandes mayorías. Inevitablemente la historia vuelve a latir en el presente.

El primer texto para recordar y analizar a la CGT de los Argentinos y a su aporte hacia el presente fue escrito por Gabriel Fernández, Director Periodístico de este medio. Los invitamos a leer esta nota y a estar atentos a lo que seguirá.

 

EL VIGOR DE UNA LARGA HISTORIA SOCIAL

Por GABRIEL FERNÁNDEZ*

Las líneas históricas, existen. Pero no es fácil detectarlas, pues se entrelazan y se imbrican en temporalidades diversas. Su vertebración, lejos de resultar estricta, parece diseñada a partir de las brisas -en ocasiones trombas- que la historia depara a los acontecimientos humanos.

Existen, reafirmamos, aunque es preciso saber mirar. El repaso sobre la dinámica y los contenidos de la CGT de los Argentinos amerita recorrer los sinuosos, sorprendentes, creativos, períodos que configuraron su personalidad. De otro modo, caeríamos en una vindicación simple de un trazado más que interesante.

En primer lugar, un dato valioso para luego ir mucho más atrás. El Congreso Normalizador Amado Olmos permitió, en tiempo y forma, la victoria de la vertiente encabezada por el dirigente gráfico Raimundo Ongaro. Con los votos necesarios, lo que hoy conocemos como CGTA se constituyó, ni más ni menos, que en la CGT propiamente dicha.

Cabe la observación porque en el afán de realzar se confunde valentía con ruptura. Quienes rompieron un Congreso genuino fueron los colaboracionistas. Ongaro no lideró una minoría recia y combativa sino que orientó una CGT recia, combativa… y representativa. Acorde con el espíritu de época y enlazada con las necesidades profundas de amplios sectores populares.

Hecha la precisión, vamos al germen lejano. La clase trabajadora argentina se forjó con dos grandes migraciones, dentro de las cuales pueden individualizarse muchas otras, que hoy dejaremos de lado para adentrarnos en el trazo grueso. Aunque esas migraciones venían de tiempo atrás, se condensaron en el primer tramo del siglo XX debido al creciente despliegue industrial nacional.

La sustitución de importaciones -y las ostensibles dificultades en cada región de origen- generaron el arribo de trabajadores europeos, por un lado, y provincianos, por el otro, sobre las grandes ciudades de nuestro país. De la fusión práctica de ambos conglomerados humanos surgió esto que somos: la nueva clase trabajadora argentina, con raíces variadas y conceptos hondos.

Los que se aproximaban desde el Viejo Continente traían un ideario de batalla que oscilaba entre el anarquismo y el socialismo. Esas eran las ideas predominantes entre la muchachada europea y sus prismas fueron trasladados hasta estas playas. Quienes surgieron de tierra adentro, traían aquilatada la experiencia de varias generaciones de filiación federal, con fuerte impronta de lucha directa en defensa de las economías regionales.

En ese caldo de cultivo multitudinario fue naciendo el peronismo. Por eso el general Juan Domingo Perón pudo, con una inteligencia práctica formidable, amalgamar armónicamente ambas tradiciones: el concepto de justicia social relacionado con el de soberanía. Esa clave, en ocasiones olvidada, permite visualizar con más claridad el rasgo americano y mestizo de nuestro pueblo profundo pero también el sentido de las banderas que levanta.
Ahora bien; en esas fuertes tendencias históricas encarnadas en tiempo presente por los obreros de la Nueva

Argentina, también latían dificultades, tramos irresueltos, taras. Burocracias, dogmatismos, sectarismos, regionalismos, reyertas horizontales, traslaciones mecánicas, llegaron en las mismas valijas con aquellos emblemas. Y también se combinaron.

Si Perón logró imbricar aquél despliegue con su presente en una gestión de gobierno excepcional, tras el golpe de 1955 todo emergió con ferocidad. La Resistencia Peronista -y la CGTA es una gran deriva de la misma- sacó a la luz la pervivencia aggiornada de los elementos que dieron origen el movimiento nacional y popular.

Las diferenciaciones tuvieron protagonismo y muchas de ellas damnificaron el potencial masivo. Pero algunas saltaron sobre su propia historia y se constituyeron en un punto denso desde el cual luchar pero sobre todo dejar una nueva trama a modo de herencia.

Es inevitable sentir en el discurso ongarista la vibración anarquista que levantaba los corazones obreros algunas décadas atrás. Y es difícil ocultar, además, la pretensión autónoma de quienes alzando «polvadera» se rebelaban desde las provincias para sostener sus derechos. Tantos años de enlace humano, catalizados en un momento clave de la historia argentina.

Trayecto, actualidad, proyección. He ahí el vigor de la CGT de los Argentinos y las razones por las cuales es posible evocarla con emoción, aunque también con inteligencia, mucho tiempo después. Por estas horas, cuando una construcción que la toma como antecedente y la liga a la posterior CGT Brasil, la Corriente Federal de Trabajadores se abre paso en el mundo obrero con energía, puede comprenderse que la historia habita entre nosotros.

A diferencia de otros espacios, en los cuales la misma opera como una pesadilla sobre el cerebro de los vivos, el digno andar de la experiencia narrada contribuye a abrir los ojos, a pensar con lucidez. A saber que resulta posible honrar a los sindicatos. Ponerse al hombro el país y contribuir a la construcción de un futuro tan deseado como realizable.

* Director La Señal Medios / Sindical Federal / Area Periodística Radio Gráfica.

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