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AMICHETTI / Los límites de la partidocracia

 

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Por HÉCTOR AMICHETTI*

En realidad, uno de los más importantes dilemas que enfrenta el pueblo argentino es resolver el tema de la Democracia.

Hace poco más de 70 años, con la gesta del 17 de Octubre y con Juan Perón, proclamamos el fin de la democracia liberal y el nacimiento de la democracia social.

La intolerancia de las minorías que necesitan el oxígeno de la democracia liberal para su propia subsistencia impidió que los peronistas pudiéramos consolidar la práctica de esa nueva democracia, más directa y participativa.

Las Organizaciones Libres del Pueblo han logrado sobrevivir a los regímenes autoritarios sostenidos en ocasiones por las armas de los militares y otras veces por el endeudamiento externo y la acción corporativa del poder económico, mediático y judicial.

Sin embargo, no han logrado nuestras organizaciones recuperar el predominio de su legítima representatividad popular por encima de los partidos y recontra-partidos políticos.

El pueblo argentino vota cada dos años y desde el mismo instante en que deposita el sobre en la urna confiere toda la representatividad al presidente, a los gobernadores y a los legisladores.

A partir de allí, la democracia liberal se convierte en irrepresentativa y tramposa.

Estoy seguro que no es voluntad de la inmensa mayoría del pueblo argentino endeudarse por 100 años.

Mucho menos transferir el poder de decisión sobre las cuestiones nacionales a una institución extranjera como es el FMI.

Delegar la representatividad total y absoluta en diputados y senadores que luego actúan en nombre propio o en función de intereses de mezquinos círculos sectoriales, es un mecanismo temerario que deberíamos declarar ya agotado.

El pueblo podrá ganar las calles, escuchar más de 18 horas de discursos en el recinto del Congreso, la mayoría de ellos cargados de razonables argumentos, aunque en definitiva infructuosos en tanto y en cuanto una minoría ya ha decidido, fuera de un debate de cara al pueblo, la suerte de millones y millones.

El presupuesto ha sido aprobado, a lo largo del próximo año todos los argentinos y argentinas estaremos condenados a pagar más de un millón cien mil pesos por minuto en concepto de intereses de la deuda pública.

A cambio habrá menos trabajo, sueldos más bajos, menos prestaciones de salud y educación y más familias enfrentando con angustia la pobreza.

La lucha continúa y -como ha sido siempre- no tendrá pausas, pero la dura experiencia que nos golpea día tras día, como nos golpeó también ayer, demuestra que la tarea no es solo prepararnos para una elección dentro de los ajustados límites que nos impone el liberalismo «democrático».

El verdadero y trabajoso desafío es reconquistar el ejercicio pleno de la soberanía popular, única manera de resolver la cuestión de la democracia.

*Secretario General Federación Gráfica Bonaerense / Corriente Federal de Trabajadores

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